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Preso de confianza

Preso de confianza

Luis Pérez Casanova

Tal vez por primera vez en muchos años se pensó en integrantes de la Cámara de Cuentas no comprometidos con intereses partidarios, aunque tuvieran sus simpatías políticas.

Pero en lugar de seguirse el patrón que se utilizó con la designación de los miembros de la JCE y el Tribunal Superior Electoral en el caso del organismo encargado de controlar y fiscalizar los fondos públicos se incurrió en el desliz de modificarlo para que los partidos tuvieran sus representantes. El conflicto de interés, atizado desde fuera, no se hizo esperar con la puesta en marcha de una estrategia que ha tenido como blanco a su presidente Janel Ramírez Sánchez.

La primera señal, con la suficiente carga como para inquietar a la opinión pública, asomó con toda claridad cuando la secretaria del organismo, Tomasina Tolentino de Makenzey, se inhibió de rubricar una auditoría que habría encontrado alarmantes irregularidades en el Ministerio de Hacienda durante la gestión de Donald Guerrero. Alegó que había sido subalterna de Guerrero en la entidad, colocando de esa manera la lealtad personal sobre la responsabilidad profesional.

Ramírez Sánchez encontró su primera cabeza de playa cuando la mayoría del pleno, representada por la vicepresidenta Elsa Catano Ramírez, la secretaria Tolentino de Makenzey y la miembro Elsa Peña Peña, rechazó la revisión de auditorías de sus antecesores que la propia Pepca (Procuraduría Especializada para la Persecución de la Corrupción Administrativa) había calificado de maquilladas.

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La vieja estructura burocrática que se encontró es la que se ha mantenido porque el pleno ha atado de tal modo a su presidente que él ha optado por declararse un “preso de confianza”. Ningún otro presidente había sido tan acosado.

Ante la población Ramírez Sánchez es presentado como el principal responsable de la crisis en la Cámara de Cuentas. Es posible que tenga su cuota de responsabilidad, pero la realidad es que ha sido víctima de una evidente estrategia para reventarlo y, al mismo tiempo, desacreditar o interrumpir las auditorías relacionadas con grandes escándalos de corrupción. Podrá ser mera coincidencia pero no pasa inadvertido que el presente alboroto ocurra en el momento en que se conoció la experticia que detectó supuestas irregularidades durante la gestión de Diandino Peña en la Oprep y con otras que estarían en proceso.

El caso de la Cámara de Cuentas no deja de ser una lección para el presidente Luis Abinader como líder del PRM y de la mayoría legislativa, quien para colmo de males no se aseguró siquiera de una mayoría en el pleno que impidiera el boicot que se advierte en el organismo en el proceso de transparencia que tanto necesita la nación.