Editorial Opinión

Procónsul de la ONU

Procónsul de la ONU

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, expresó preocupación porque República Dominicana aplica su ley migratoria, pese a que pidió detener “las devoluciones forzadas de haitianos”, como si ese señor ostentara el poder de un procónsul al que una nación soberana le debe obediencia o sumisión.

Volker ha dicho que Haití no reúne las condiciones de seguridad adecuada para el retorno “seguro, digno y sostenible”, dada la incesante violencia armada y las sistemáticas violaciones a los derechos humanos, sin tomar en cuenta que esos han sido los argumentos expuestos por el gobierno dominicano para reclamar la intervención de la comunidad internacional en Haití.

En vez de reclamar que las grandes metrópolis aceleren el paso para ayudar al pueblo haitiano a recobrar la seguridad conculcada por las bandas armadas, el comisionado de la ONU reclama a las autoridades dominicanas que asuman un desbordamiento migratorio que impactaría negativamente sobre todos sus indicadores económicos, sociales y humanos.

El colmo del señor Volker ha sido el de sumarse a la campaña de infundios contra República Dominicana al solicitar en disimulado lenguaje diplomático que las autoridades redoblen esfuerzos “para prevenir la xenofobia, la discriminación y las formas conexas de intolerancia basada en el origen nacional, racial o étnico, o en la condición de inmigrante”.

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Pedir detener las devoluciones de indocumentados y dejar entrever que el gobierno apadrina formas de xenofobia o discriminación constituyen un irrespeto de ese comisionado contra una nación que se ha ganado por méritos propios un sitial entre los países que promueven el respeto a la dignidad humana y a la ley.

El Comisionado de la ONU debería encabezar la lista de personalidades y organizaciones que reclaman que Estados Unidos, Canadá, Francia, Rusia, China y la Comunidad Europea auxilien a Haití, lo liberen de las bandas armadas, de la epidemia del cólera y ayuden a promover el retorno de su institucionalidad.

Ante ese atrevido emplazamiento y velada acusación que ha formulado el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, lo menos que se debe reclamar es que la cancillería dominicana o el propio presidente Luis Abinader emita unas declaraciones de absoluto y total rechazo a lo expuesto por el señor Volker, en su inédita condición de procónsul.

El Nacional

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