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Orlando Gomez

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Para concluir mi propuesta sobre una nueva visión de Haití para la República Dominicana, me estaré enfocando en algunas de las acciones que tendríamos que tomar para poder alcanzar las metas detalladas en los artículos anteriores.

Primero, el Estado dominicano va a necesitar información sobre Haití, y en ese tenor debe tener una agencia de inteligencia dedicada a examinar a Haití y sus principales actores políticos, económicos, de facto y criminales. Esto puede enmarcarse perfectamente en la propuesta del Presidente Abinader para crear una Dirección Nacional de Inteligencia, que a su vez puede establecer el departamento o agencia interna para asuntos de Haití, y trazar sus objetivos dentro de los planes anuales de inteligencia. 

Segundo, necesitamos la zanahoria. Debemos incluir en el Presupuesto Nacional una partida nunca menor al 0.2% del mismo enfocado a ayuda internacional dedicada, por el momento, enteramente a Haití. El gasto de esos fondos se puede apuntar a comprar de la producción nacional o de comerciantes dominicanos la asistencia que estaríamos enviando a Haití, que sería desde alimentos y medicinas hasta ambulancias y escuelas.

El Poder Ejecutivo, con apoyo y seguimiento del Congreso, deberá tener fondos adicionales para gastar a su discreción en todas las operaciones encubiertas que sean necesarias para alcanzar los objetivos. Esto incluiría compra de voluntades, apoyo económico de campañas políticas, financiamiento de operaciones comerciales que nos den soporte, y cuando sea absolutamente necesario, la ejecución de algunas operaciones de carácter militar, lo que me lleva al siguiente punto.

Tercero, necesitamos un garrote. Tenemos que crear una unidad militar especial con capacidad de ejecutar operaciones especiales dentro de Haití. No siempre será posible conseguir la cooperación voluntaria o pagada de actores claves en la situación de Haití, en particular de las cabecillas de las bandas de criminales que operan en ese país, en ese sentido, y hasta tanto no se tengan mayores avances en la capacitación y entrenamiento de las fuerzas del orden de Haití junto a nuestras fuerzas policiales y militares, debemos tener la capacidad para ejecutar acciones concretas conforme a nuestros intereses.

Cuarto, se debe fijar un plan de acción de Relaciones Exteriores que sirva de punta de lanza a estas acciones y fije las estrategias para la obtención de los objetivos. En ese caso, los puestos diplomáticos en Haití tendrán una importancia vital para el país y requerirán diplomáticos capacitados y con amplio manejo de la estrategia que como nación nos tracemos.

Mientras exista la República Dominicana, Haití siempre va a estar allí, al lado de nosotros. Espero que empecemos a tomarnos la situación en serio, conscientes de las consecuencias que se han derivado de nuestra inacción, y que empecemos a trazarnos un nuevo rumbo para nuestro propio beneficio y el del pueblo haitiano.

Por: Orlando Gómez (orlando.gomez@gmail.com)

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