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Orlando Gómez

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A pesar de los claros problemas del sector de pensiones, en particular sobre la baja tasa de reemplazo y el creciente riesgo reputacional que esta va a representar para todo el sistema, es llamativo que el sector privado sigue paralizado y carente de acciones para, sino auxiliar al sistema, al menos aprovechar las enormes oportunidades que esa situación ofrece. En esta ocasión hago mi primera propuesta al sector privado y sugiero la creación de planes complementarios de retiro empleando patrimonios autónomos como fideicomisos y fondos de inversión cerrados.

Estos planes complementarios de retiro, por normativa, no estarían sujetos a la Ley de Seguridad Social, en cambio, estos estarían regulados bajo la Ley de Desarrollo del Mercado Hipotecario y Fideicomiso, la Ley de Mercado de Valores y la Ley Monetaria y Financiera. Así como esto es una obligación normativa, es precisamente por no estar sujetos a las rigideces legales del sistema pensiones que estos planes complementarios de retiros tenderán a ofrecer mayores beneficios para sus aportantes que los que actualmente pueden ofrecer las AFP.

De lo anterior se desprenden varias cosas a considerar: 1) Los clientes no serían afiliados o cotizantes conforme a la Ley de Seguridad Social, sino fideicomitentes o aportantes; 2) Los fondos en los planes complementarios no gozarían de las exenciones tributarias y las protecciones legales que sí tienen los fondos de pensiones; 3) Los aportes en este tipo de planes no serían legalmente obligatorios; y como estas, múltiples diferencias sustanciales con los fondos de pensiones que agregan factores de riesgo que deben ser ponderados.

Por otro lado, los bancos, sociedades fiduciarias y administradoras de fondos de inversión que ofrezcan servicios de esta naturaleza no estarían sujetos a las limitaciones regulatorias asfixiantes a las que están sometidas las administradoras de fondos de pensión.

Esto les permitiría invertir en instrumentos de inversión locales y extranjeros que ahora mismo están fuera del alcance de las AFP, así mismo, adoptar estrategias de inversión y administración de riesgos más ajustadas a las necesidades, edad y apetito de riesgo de los clientes, sumado a la posibilidad de estructurar productos de inversión de largo plazo que superen los rendimientos que ahora mismo ofrecen las AFP, entre múltiples acciones que agregarían valor para los clientes apostando a incrementar la tasa de reemplazo de sus clientes, complementando a las que ya recibirán de sus pensiones tradicionales.

Adicionalmente, la captación de los aportes de los clientes se ejecutaría a través del sistema financiero tradicional y no el TSS, lo que no sólo facilitaría significativamente las aportaciones de los cotizantes en el sistema actual y podría crear un incentivo adicional que los empleadores formales pudieran ofrecer a sus empleados, sino que adicionalmente crearía una alternativa flexible para los trabajadores de profesiones liberales y en el sector informal para poder empezar a cotizar para sus pensiones sin quedar sujetos a la burocracia que normativamente plaga al sistema tradicional.

El sistema de pensiones necesita una revisión normativa urgente, pero mientras esa revisión siga a la deriva atendiendo a panfletos, eslogans y grandilocuencias políticas, el sector privado puede, en el corto plazo, implementar soluciones que complementen al sistema atendiendo directamente las necesidades de la ciudadanía y escuchando sus deseos, quitando de la ecuación al sistema normativo burocratizado que se planta como el mayor obstáculo en la ruta hacia pensiones más dignas.