La historiografía política dominicana no ha dado respuestas formales a algunos acontecimientos políticos fundamentales los cuales merecen una explicación por la trascendencia de los autores que involucra y la importancia que reviste para la sociedad.

Eso sucede quizás, por la dejadez, cobardía, irresponsabilidad y falta de carácter de algunos que entienden que es mejor vivir en la mentira, la medianía, que, en la transparencia y la rigurosidad histórica.
Aquí existe la mala costumbre de algunos que han sido protagonistas y actores de primera línea de distintos acontecimientos a ocultar, callar o llevarse a la tumba testimonios y pruebas históricas de un enorme valor historiográfico.

Esa tendencia terrible, hay que exigir detenerla; no importa el precio que implique ni los sectores que se afecten, en pleno siglo XXI ya no deben existir zonas prohibidas ni personajes intocables, hay que romperle la virginidad al silencio, la complicidad y los pactos de silencios.

Para que tengamos una idea díganme ustedes si no es algo imperdonable, por ejemplo, que a 20 años de la muerte del expresidente Joaquín Balaguer, no haya aparecido la persona que le encomendó para que revelara quien o quienes fueron los autores materiales e intelectuales del asesinato del destacado periodista Orlando Martínez, el 17 de marzo 1975.

Otro tema es ¿cuáles fueron las reales razones de los enconos que dieron al traste con las relaciones políticas, partidarias y personales de los expresidentes Danilo Medina Sánchez y Leonel Fernández Reyna?. Hacer este ejercicio en lo adelante, sería un gran aporte para la historiografía dominicana. ¡Anímense!