¿Cuál es el rol de la información, en la efectividad del ejercicio de la Diplomacia contemporánea?
Al respecto, procede precisar, que la diplomacia, como instrumento de ejecución de la política exterior, se redimensiona como método, cuando utiliza para sus fines “herramientas tan efectivas” como las facilitadas por la tecnología de la información y comunicación, y en ello, se vale convenientemente, de la Inteligencia artificial.
Asimismo, en este ejercicio, resulta esencial contar con efectivas estrategias de ciberseguridad para “la protección de los datos diplomáticos sensibles”.
Consecuentemente, las Cancillerías suelen contar con funcionarios capacitados específicamente para asumir las responsabilidades que implican la recepción, evaluación, análisis y depuración de las informaciones, resultantes del ejercicio de “las funciones de observación e información” de las misiones diplomáticas (mediante “consistentes” informes) e, igualmente, de las generadas por labores al respecto, de funcionarios de Cancillería (por “mecanismos institucionales” y las resultantes de la “e-diplomacy”).
La correspondiente “estructuración” de las informaciones crea la necesidad de obtener otros datos, o de completar, precisar o profundizar en los existentes, Lo que demanda “acciones de búsqueda y conexiones”, requiriendo solicitudes de ampliación, a los responsables de aportar dichas informaciones.
Las investigaciones, en este ámbito, exigen objetividad, profundidad y seguridad, facilitándose así “una elección inteligente entre los conocimientos disponibles y los comprobados”. Obviamente: “La calidad y confiabilidad de la información crece cuando procede de fuentes distintas y separadas, que permitan evaluar su veracidad e implicaciones” (Plantey).
Resulta fundamental, Llevar a cabo un consistente análisis de la situación nacional e internacional (y sus perspectivas), igualmente, realizar evaluaciones periódicas sobre el curso del “poder exterior del Estado” y, de los resultados de relevantes interacciones del país en el exterior, imprescindibles para prever los rumbos y márgenes de acción, de la política exterior, en el ámbito de las responsabilidades de los “Centros de Pensamiento Estratégico”.
Ineludiblemente, mediante, mecanismos institucionales, las autoridades correspondientes dirigen el resultado del “procesamiento” de dichas informaciones, conforme determinen su utilidad para la “acción exterior”, o para el “Banco de Datos” y, sobre todo, las que ameritarán ser del conocimiento del Jefe de Estado.
Evidentemente, los agentes diplomáticos no trazan los principios de la política exterior, participan sin embargo, en la formulación y modificación de esa política, incluso su trabajo permite tomar acciones concretas de actuación, mediante debidamente fundamentados informes (Regales).
Dicha labor ejercida a través del conjunto de misiones en el exterior, debe proporcionar al Estado acreditante, constata Vilariño, fundamentalmente, “un conocimiento de amplio espectro” de la situación general de los demás Estados y de los Organismos Internacionales (con representación permanente).
En lo concerniente a la “diplomacia pública” parte de este contenido, ya fue tratado en respuestas precedentes.
Actualmente, el Estado que no esté apropiadamente informado “limita sus opciones estratégicas y tácticas” y consecuentemente se le imposibilita poder hacer frente a los desafíos externos con la firmeza y determinación requeridas. Igualmente , no podría ejercer con propiedad, elementos esenciales de su soberanía.