¿Cuál es la importancia de la aplicación de la reciprocidad en la diplomacia de hoy?

La reciprocidad es un principio fundamental para el desarrollo equilibrado y la consecuente armonía que han servido de base a la imprescindible continuidad de las relaciones diplomáticas.

Este principio se consigna en instrumentos convencionales de derecho internacional público, o bien privado, conforme a la materia específica que traten. Como ejemplo práctico podría señalarse su aplicación en la igualdad de representación entre países en las relaciones bilaterales y en el tratamiento correspondiente a misiones diplomáticas y oficinas consulares.

Así como en la simetría de las conductas utilizadas para poder sancionar y en el ejercicio de las formalidades protocolares, entre otros relevantes asuntos en este medio.

En este ámbito la reciprocidad implica, básicamente, una acción condicionada que depende de las acciones de los otros.

En virtud de este principio, en ausencia de norma aplicable a una materia, o como complemento a una norma existente, un Estado adopta una determinada conducta en respuesta simétrica a la adoptada por otro Estado (Martínez Morcillo).

En la ejecución de la reciprocidad resulta esencial contar con un eficiente ejercicio de la función diplomática de observación e información y, sobre todo, con la efectividad de los correspondientes sistemas de investigación, análisis y evaluación, incluyendo la eficaz asistencia de la inteligencia artificial. Todo lo cual se considera imprescindible para poder aceptar un compromiso efectivo con pleno conocimiento de causa.

Es decir, sabiendo que aquello que la nación recibe equivale a lo que concede a cambio.

Procede precisar, sobre el concepto de reciprocidad, sin pretender desconocer su fundamental utilidad actual, que en determinados acuerdos recientes existe la tendencia a sustituir la noción de reciprocidad por la de interés mutuo, lo cual, según determinados tratadistas podría considerarse como “una evolución del concepto de reciprocidad y un enfoque más conveniente para los fines de tales acuerdos.

Téngase presente que la reciprocidad no podría interpretarse, en modo alguno, como represalia, puesto que esta última es una reacción contraria al espíritu y a la esencia de la reciprocidad.

¿Es adecuado usar un “pin” simbólico en el traje formal de caballeros, en un acto diplomático?

En el traje de calle (o formal), en su solapa izquierda se podría usar un pin (o broche) de carácter simbólico, como el que corresponde a la bandera nacional, con los colores propios de la precitada bandera. En este ámbito suele ser bien apreciado que el pin sea un accesorio de joyería.

Asimismo podría usarse, también como pin único, la figura del escudo nacional, (en un metal noble, obviamente del color original de dicho metal), grabado con los detalles que demandan joyas de tal naturaleza.

Cuando la invitación sea para una funcionaria esta, igualmente, podría usar un pin simbólico en el traje sastre (de chaqueta), con semejantes requerimientos. Procede precisar que no debe usarse más de un accesorio en la solapa, en este medio.