Ángela Hernández, escritora y poeta, ha presentado los resultados de una investigación que ofrece un cuadro de vida de Salomé Ureña, y que la presenta con dimensiones mucho más grandes, más formidable y más sufrida que el cuadro oficial que se tiene de ella.
Tintes de lucha social, reivindicación de género en una época que aspirar a la igualdad de derechos de la mujer era enfrentar poderes establecidos y una existencia matizada por el drama del abandono hasta el extremo de haber muerto por tuberculosis, todos los elementos propios para una película biográfica que a nadie se le ha ocurrido.
La expositora sostiene que, contrario de lo que se cree sobre su orientación y formación hacia la educación, Salomé fue maestra de sí misma, y mediante la autoformación.
Dice que ella leyó cuanto pudo, estableció relaciones con educadores con los que intercambiaba criterios y formando una concepción alrededor del derecho de las mujeres a la educación, aprendió francés e inglés.
Hernández, al enfocar su rol en la transformación de la educación, sostiene: “Tenía una formación muy adelantada para su tiempo, a pesar de que fue a una escuela de primeras letras, era traductora del francés, superior formación.
Hernández dice que las características de su vida la asemejan a Sor Juana Inés de la Cruz, y destaca que ella fue maestra de sí misma, en claro rechazo de que fue su padre o su marido, el responsable de su inmersión en la educación.
La presentación de estos resultados se produjo en el III Ciclo de Letras Dominicana, organizado por el Consulado Dominicano en Milán y el profesor italiano Danilo Manera, creador de la cátedra de estudios dominicanos Marcio Veloz Maggiolo.
Dice que Salomé Ureña hizo una poesía que constituye la plataforma aspiracional de una vida nacional en paz, sustentada en el trabajo y el abandono del egoísmo y las políticas de fuerza como método de gobierno, en poesías que exceden en mucho los postulados de Ruinas.
Recordó que fue Salomé Ureña la primera mujer dominicana en publicar, en 1880, un libro de poesía, que además revelaba una calidad que hizo se enfocaran en ella los críticos y los poetas. Sus primeros ensayos llamaron la atención de los medios nacionales y extranjeros.
Ángela Hernández cerró su conferencia, dejando un sentimiento de indignación e impotencia en su audiencia virtual, al exponer, mediante un fragmento de una carta escrita por Salomé: “Soñaba con la esperanza de verte dentro de tres o cuatro meses y me matas diciéndome que el día de vernos esta tan lejano que es posible fijarlo. ¡Pero Dios mío, si yo no puedo vivir así por más tiempo! Si vivo aterrada, si tengo miedo de la vida, si tengo miedo de esta soledad del espíritu. Mentira, mentira: Tu no vives como yo vivo”.
La carta de emocional familiar y de trabajo fue tan terrible que la poeta murió por tuberculosis el 6 de marzo de 1897, a los 39 años.