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Hace muchos años, el doctor Euclides Gutiérrez Feliz pronunció una advertencia lapidaria en el sentido de que “los partidos políticos también se suicidan” y, aunque no desarrolló esa atrevida afirmación, me llamó poderosamente la atención y por esa razón la he tenido siempre en mi recuerdo.
Sin ser profesional de la sociología, psiquiatría o psicología, el recurso que hoy pone en nuestras manos la inteligencia artificial, nos da la oportunidad de consultarla sobre cualquier elucubración que se nos ocurra, y es precisamente esa vanguardia de la revolución tecnológica la que me sirvió de fuente para elaborar este trabajo.
El suicidio es un fenómeno complejo que puede tener múltiples factores desencadenantes, y el estado anímico previo juega un papel crucial en este proceso tanto para individuos como para entidades políticas. Este artículo busca explorar las similitudes y diferencias en el estado anímico que precede al suicidio en ambos casos.
En el ámbito individual, el estado anímico precedente al suicidio puede manifestarse de diversas formas, por lo que se consideran factores comunes la depresión, la ansiedad, la desesperanza, situación estas que llevan a las personas a considerar el suicidio al no tener esperanza de encontrar soluciones a sus problemas.
En el caso de los partidos políticos, el estado anímico precedente al «suicidio» político puede ser igualmente complejo, siendo la pérdida de apoyo popular, la división interna, los escándalos de corrupción y la falta de dirección efectiva algunos de los factores que pueden contribuir a un estado de crisis.
Al igual que en el ámbito individual, los partidos políticos pueden experimentar una sensación de desesperanza y falta de salida ante la adversidad, lo que puede llevar a decisiones extremas, como la disolución o la pérdida de relevancia política.
Es importante destacar que, si bien hay similitudes en los estados anímicos precedentes al suicidio, tanto en individuos como en partidos políticos, también hay diferencias significativas.