Las denuncias sobre el tráfico de guaconejo por la zona fronteriza remueven el malestar que la vieja práctica ha provocado en la población.
Es inconcebible con el tiempo que lleva denunciándose la tala y trasiego del árbol a estas alturas la operación persista prácticamente a la vista de todos.
No son magos ni invisibles quienes operan el negocio con el árbol que se dice es transportado a Haití para exportarlo a Europa, específicamente a Francia, para elaborar fragancias.
Pero los militares y las autoridades de la región no han podido dar con las brigadas que depredan y trasiegan con el guaconejo.
No sorprendería por mera casualidad o para guardar las apariencias se anuncian la detención de dos o tres haitianos que participen o no en el negocio del árbol.
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Hay que recordar, a propósito de las últimas denuncias, que durante mucho tiempo el presidente del Partido Unión Demócrata Cristiana, Luis Acosta Moreta, que es nativo de Las Matas de Farfán, ha dado cuenta del crimen con el guaconejo, un árbol que en el país se puede explotar en beneficio propio.
Pero la tala y el trasiego no se han detenido porque no ha habido voluntad para hacerlo. No se ve otra razón.
