Editorial

Tragedia del teteo

Tragedia del teteo

Lo ocurrido en San Francisco de Macorís donde tres jóvenes fueron muertos en la madrugada de ayer por pistoleros que dispararon contra un grupo de personas congregadas en la explanada de un bar, se asume como una trágica señal del creciente estado de violencia y criminalidad asociado con la pandemia.

Los primeros informes indican que en ese lugar, ubicado en el barrio San Martín, se celebraba una fiesta “clandestina”, pero una cámara de seguridad captó cuando individuos a bordo de una motocicleta dispararon contra los presentes, momento en que el jolgorio había terminado o estaba por concluir.

La Policía prometió que ese crimen no quedaría impune y que los investigadores determinarían si sus agentes a cargo del patrullaje en la zona actuaron con negligencia, aunque será difícil entender las razones por las cuales se permite que desde un bar se expendan bebidas alcohólicas en plena vigencia del toque de queda.

Entre los fallecidos figura Geysha Mata Rodríguez, una adolescente de 17 años, además de los nombrados Winston Kobe Minaya y Julio César Reynoso, en tanto que falta por identificar el número e identidades de los heridos, en una acción criminal perpetrada con el propósito de producir una matanza mayor.

En las redes sociales se difunden videos de patrullas policiales que son repelidas a botellazos y sillazos por asistentes a mentados teteos o fiestas “clandestinas”, o agentes que se enfrascan a puñetazos con ciudadanos, incluidas mujeres, entre otros episodios de violencia.

La muerte de esos tres jóvenes a manos de pistoleros que irrumpieron a tiros en una de esas celebraciones ilegales, indica que la situación se escapa del control de las autoridades que no han podido impedir esas fiestas, muchas de las cuales se realizan en las narices de la Policía.

Además del riesgo de incrementar el contagio comunitario de coronavirus, esos tumultos que violan el toque de queda se constituyen en escenarios propicios para el uso, consumo y tráfico de drogas y para que se generen escenas de violencia con saldos de muertos y heridos.

La tragedia acaecida en San Francisco de Macorís no puede insertarse en libro de impunidad ni de indiferencia, por lo que Ministerio Público y Policía están compelidos a apresar y someter a la justicia a los vándalos que perpetraron esos asesinatos.

El Nacional

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