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¡Un recuerdo glorioso!

¡Un recuerdo glorioso!

Euclides Gutiérrez Félix

El coronel Costa, comandante de la unidad estadounidense que llegó al hotel Matum, le dijo al general Bruce Palmer en presencia del coronel Caamaño, del coronel Gerardo Marte, el mayor Deñó Suero, Chibú, y del teniente del ejército estadounidense Cuqui Marte Hoffiz, a quien el autor de esta columna conocía desde que era un niño, que él “se había comprometido con el coronel Caamaño” a no ausentarse hasta que todos los que estábamos allí nos hubiésemos marchado; y Palmer le dijo: “retírese inmediatamente” y el coronel Costa le respondió: general, le di mi palabra al coronel Caamaño en presencia de mis soldados y Bruce Palmer, con una palabra indecente le cerró el teléfono. El oficial se sentía avergonzado y así se lo dijo al coronel Caamaño.

Nos quedamos un rato ahí y el coronel Costa le preguntó a Caamaño, quiénes eran los “hombres rana” y Francis señalando con el brazo derecho hacia arriba, dijo que eran los hombres vestidos de negro.

Entonces le dijo a Caamaño: “la verdad es que usted tiene soldados extraordinarios porque las tropas que le atacaron tienen más de sesenta muertos y más de quince heridos”.

Regresamos al hotel y como el autor de esta columna era el responsable de los civiles que estaban ahí, mandamos abrir la cocina para que prepararan comida para todo aquel que estuviera allí y le dimos instrucciones al comandante Evelio Hernández, para que se hiciera cargo de esas gestiones.

Evelio volvió apenas quince o veinte minutos después, con cinco fusiles FAL que había encontrado en el patio de la cocina donde había cinco soldados muertos de las tropas que nos atacaron.

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Esa batalla es realmente un hecho extraordinario en la historia militar y política de nuestro país y aunque solamente tuvimos cinco bajas, entre ellas la del coronel Lora Fernández y su ayudante, sargento Peña, los héroes incuestionables de esa victoria fueron los “hombres rana” y su jefe el coronel Montes Arache, pero el más distinguido de todos fue el sargento mayor en aquel entonces, fallecido coronel retirado Pedro Germán Ureña, que ultimó a más de diez asaltantes; todos los demás que combatieron dieron una demostración de porque este pueblo fue bautizado por Fidel Castro Ruz como “Pueblo Legendario, Veterano de la Historia y David del Caribe “.

Pero el otro héroe real y cierto por su conducta, lo fue el coronel John J. Costa, quien se negó a retirarse con sus soldados como le ordenó el general Bruce Palmer. Dos días después, el teniente coronel Costa fue ascendido a coronel, puesto en retiro y despachado para su país.

La batalla del Matum fue el último episodio de lo que el autor de ésta columna ha llamado la “epopeya incompleta” y si nuestro pueblo se merece el respeto de una inmensa mayoría de los pueblos del mundo, fue porque como hizo a partir del 28 de abril de 1965, enfrentó con un valor más que espartano, al asalto asesino que concibió y se ejecutó con el apoyo del jefe de las tropas estadounidenses en nuestro país, el general Bruce Palmer, que estaba calificado como uno de los jefes militares de más condiciones y experiencia del ejército estadounidense.

Es penoso que personas que no tuvieron en esos momentos en Santiago, o que no habían nacido, se pongan a escribir sobre este episodio hilando una serie de disparates y mentiras convirtiendo en un acontecimiento insignificante, un recuerdo glorioso en la historia militar de la nación dominicana.