El gobernador del Banco Central, Héctor Valdez, ha demostrado en su planteamiento argumental sobre el comportamiento del valor del dólar ——en el mercado dominicano—— con respecto al peso, que tiene decisión, credibilidad y capacidad sobradas para asumir sus responsabilidades. Ha dejado claro que no es arriesgado confiar en él cuando refutaba a los “pesoescépticos” que eran de opinión que la moneda dominicana tendía a devaluase entre 70 y 72% para final de año.
Sin embargo, Valdez, cuyo papel como árbitro e interviniente de las operaciones financieras y monetarias; con toda la experiencia acumulada y con un currículo que no despierta dudas, se aferraba a los fundamentos del manejo macroeconómico y a la fortaleza o, mejor dicho, a la resiliencia de la economía. Siempre sus palabras han sido dirigidas al mercado para brindarle confianza.
Y lo ha logrado, pues todo el ruido del trimestre con la tasa de cambio ha sido reducido al silencio y la moneda norteamericana se cotiza por debajo del 60 x 1. Naturalmente, aquellas voces agoreras hoy buscan explicaciones con análisis simplistas de aquella inestabilidad, y que el propio gobernador, que siempre se le ha considerado como un funcionario de nobles metas, advertía que estos movimientos inesperados eran producto de situaciones externas, y que se estabilizaría la tasa, e, incluso, que bajaría y ocasionaría pérdidas a los oportunistas; o que la incertidumbre se disiparía, y que la mejor garantía era una economía fuerte, en crecimiento, y las sólidas reservas de divisas.
No hubo que esperar mucho y la Gobernación tomó medidas que evitaran la volatilidad excesiva del tipo de cambio; también las medidas macroprodunciales a los intermediarios financieros y cambiarios, auguraba una respuesta positiva al mercado.
Hoy el índice de apreciación del peso permite calibrar la salud de la economía, y también refleja la valentía de Héctor Valdez en esa tarea esencial de llevar a cabo su trabajo de “domador de la inestabilidad”.