Por la erosión de las playas, el turismo, que en 2023 aportó más de 32 mil millones de dólares a la economía, no debe convertirse en una industria en riesgo.

Convertida hoy en una de las principales fuentes de empleo y generación de divisas el sector hay que preservarlo, como la gallina de los huevos de oro, de todos los elementos que puedan afectarlo.

Desde hace tiempo se insiste en que más de 200 playas que existen en los 1,600 kilómetros de costa arenosa que tiene el país están amenazadas por desplazamientos de tierra debido a las olas, corrientes y mareas.

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Los expertos atribuyen el fenómeno al incremento del nivel del mar y a la intensidad de los vientos impulsados por el cambio climático y por la destrucción de los ecosistemas.

La representante del BID, Katharina Falkner-Olmedo, explicó que el problema también está relacionado con la contaminación de los mares, ya que en el país solo se trata de un 5 % de las aguas residuales.

Por ahora se ejecuta un programa de gestión costera con un crédito de 70 millones de dólares, pero de no tomarse otras prevenciones el deterioro de las playas constituye una amenaza para el sector turístico.

Le inmensa mayoría de los visitantes extranjeros no tiene otro motivo que disfrutar del sol y las playas. Se trata, por tanto, de un problema con el que no se debe perder tiempo ni escatimar recursos para evitar que se convierta en una amenaza para la industria turística.