En su discurso de juramentación para su segundo período, el presidente Luis Abinader tiene por delante una gran responsabilidad. Es de esperar que renglones importantes de la pieza oratoria tengan que ver con el alto costo de la vida, la seguridad ciudadana y la educación.
Muchos asesores restan importancia y minimizan las consecuencias sociales que arropan al alto costo de la vida, o lo que es significativo, que miles de dominicanos se acuesten sin comer.
Los precios hoy existentes de los alimentos de primera necesidad, ya perjudican a los que trabajan, en su gran mayoría ganando salarios mínimos, a los emprendedores y hasta los de clase media.
En los supermercados una de las principales labores de los condoleros es estar en forma permanente controlando los nuevos precios y presentando los” especiales o rebajas” que no se corresponden con el verdadero valor agregado.
Los colmados venden en forma insoportable, dando pie a la usura, al agiotismo y a la especulación. El incontenible alto costo de la vida lo sufre toda la población nacional, y ese es un punto que no puede obviar el presidente Luis Abinader.
En el discurso del 16 de agosto, iniciando un nuevo período gubernamental, Abinader debe llevar paz a las capas mas empobrecidas de la población, la cual, al mismo tiempo, es la que da triunfos o propicia derrotas..
La inseguridad ciudadana es otro tema que tiene que estar en la carpeta oficial. Pero no como es tradicional de señalar que se invertirán sumas millonarias en programas de prevención y asistencia social. Lamentablemente muchas de esas acciones no dan resultados.
En la persecución del delito y la violencia hay que utilizar todos los mecanismos al alcance y poner en marcha programas integrados, porque todos están interrelacionados.
No se puede combatir a fondo la delincuencia, sino se pone control, o por lo menos se da un paso adelante para ir eliminando cuadros espantosos de miseria. Los programas sociales del gobierno abarcan a una parte considerable de la población, pero tienen que ser ligados a trabajar para mejorar los niveles educativos, crear conciencia de integración ciudadana, e ir podando, de acuerdo con las circunstancia, el hambre y la miseria.
En ese terreno desproporcionado tengo un tema que el presidente debe tratar a fondo: la crisis educativa. Sin una buena educación la sociedad colapsará, y será imposible poder seguir adelante en el programa de desarrollo.
Se debe anunciar un camino moderno de desarrollo escolar, para enfrentar todos los males del sistema educativo.
Manuel Hernández Villeta