Atracos colectivos como el ocurrido en un supermercado de Puñal, Santiago, cuestionan las estadísticas oficiales sobre la disminución de la delincuencia y la criminalidad.
Los delincuentes llegaron en un vehículo al establecimiento comercial, con las caras cubiertas y armas en las manos, y sin mediar palabras desvalijaron a los clientes, vaciaron la caja registradora y cargaron con las mercancías que pudieron.
Ese solo hecho, por su repercusión, tiene más connotación que los asaltos callejeros de poca monta e incluso que crímenes aislados.
El Ministerio de Interior y Policía y el cuerpo policial suelen elaborar sus estadísticas de los casos que se reportan y de los que aparecen en la prensa, pero ignorando la gran cantidad de sucesos que las víctimas no denuncian, sino que apenas comentan.
No se duda que los números de la Policía arrojen una reducción de la criminalidad.
Lo que estaría por ver son las razones para la reducción, pues hasta ahora se ha demostrado que han sido poco eficaces los programas que se han implementado para garantizar la seguridad ciudadana y el orden público. El caso de Santiago es un buen ejemplo.