Editorial

Circo y cicuta

Circo y cicuta

La tempranera campaña electoral ha tomado un repentino giro con la denuncia de que el Gobierno estaría sonsacando alcaldes de la oposición, lo que ha negado el partido oficialista, señal de que los portones del circo proselitista han sido abiertos de par en par y las fieras lanzadas al ruedo.

Con la apertura de ese  anfiteatro infernal se cierra la sala de concertación política, económica y social, lo que supone un desperdicio de tiempo de casi dos años que poderes públicos, liderazgo político y sector empresarial deberían emplear en búsqueda de soluciones a grandes males nacionales.

Principales partidos y organizaciones satélites han adelantado en más de seis meses una campaña electoral que pinta costosa, agotadora, sin aparente voluntad de respetar reglas de  competencia ni conceder a los votantes espacio de sosiego o al debate útil.

El corcel de la reelección  ha iniciado marcha en carril paralelo con el de la oposición, ambos provistos de “anteojeras y fuetes” para no distraer el objetivo de llegar primero a la meta, sin tomar en cuenta que el camino electoral está empedrado de grandes obstáculos contra los cuales chocarían sus cabalgaduras.

Sin voluntad política de consenso que se exprese en el Consejo Económico y Social (CES), en comisiones y plenos del Congreso y  escenarios señalados por la Constitución para impulsar diálogo entre Gobierno, empresariado y sector sindical, la República marcharía hacia un previsible despeñadero económico y político.

Circo electoral y voluntad de concertación social deberían coexistir en momento tan acuciante a nivel global, matizado por el recrudecimiento de la guerra entre Rusia y Occidente que tiene como escenario a Ucrania que ha provocado una disrupción de la economía mundial, enferma  hoy de recesión e inflación.

La clase política debería reflexionar sobre la necesidad de que Gobierno y oposición halen la cuerda en la misma dirección para afrontar males  acumulados por más de 20 años, como son el endeudamiento público, precario sistema de seguridad social, desempleo, corrupción y desenfreno migratorio.

Una campaña electoral sietemesina en la cual los actores reduzcan el debate a denuncias sobre compra de alcaldes o reclamo de  castigo al transfuguismo, sería como obligar a la sociedad dominicana, confinada desde el circo proselitista, a ingerir veneno de cicuta en vez de remedio para sus graves y crecientes males.

El Nacional

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