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Compadre decepcionado

Compadre decepcionado

Pedro Pablo Yermenos

Su labor como servidor judicial lo llevaba de pueblo en pueblo. Era la época en que jueces, guardias y maestros eran una especie de aves trashumantes que anidan cada noche en un nuevo árbol.

 Cuando le comunicó a su colega confidente que lo habían trasladado a aquel terruñito ubicado en el norte del país, la recomendación llegó como orden: -Hágase amigo de Romualdo López, persona a quien conozco bien y le será de mucha ayuda.-

 Al finalizar sus primeras audiencias, preguntó al alguacil si conocía al caballero que con tanta ponderación le habían referido. Quedó impactado con las informaciones elogiosas que recibió. Al caer la tarde se dirigió a la casa del personaje y aquello fue amistad a primera vista. Entre las dos esposas también surgió una química inmediata. Luego, fue presentar a los tres hijos del magistrado, dos mujeres y un varón,  con los cinco de su estrenado amigo. De esa forma, surgió una relación interfamiliar que tendría su historia.

Cuando el resultado no se hace esperar

 Pocos meses después, los consortes pueblerinos supieron que serían padres por sexta ocasión. No podía ser de otra manera: Los padrinos del retoño que llegaba iban a ser sus nuevos amigos. La amistad, se transformó en compadrazgo.

 No habían transcurrido tres años cuando llegó otro traslado, esta vez a Santo Domingo. La distancia, no obstante, no hizo más que consolidar los vínculos. Cada vez que el amigo transitaba aquella peligrosa mole de cemento y dos carriles que unía su ciudad con la capital, llevaba a su compadre una gama variada de productos agrícolas y algo que, más que un obsequio, constituía un problema: Una gallina viva.

 Al graduarse de bachiller la hija mayor del cibaeño, debía mudarse. Su papá no lo pensó mucho: Hablaría con su compadre para que recibiera su trofeo en su hogar. Fue una conversación de pocos minutos. 45 días después, aquella bella joven de poco más de 17 años se convirtió en la nueva habitante de la residencia. La sinergia fue inmediata entre todos. Las dos mujeres de la casa recibieron con amabilidad a quien asumieron como otra hermana. El varón lucía reservado.

 En una de sus visitas, la notó muy desmejorada. Ella le aseguró que estaba bien. Pero su apariencia decía otra cosa. Regresó preocupado e hizo más frecuentes sus viajes. No podía esperar, esa vez la llevaría al médico. Al salir, no supo cómo manejar su ira. No estaba preparado para ser abuelo.

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