Una interminable cadena de crímenes y atracos, muchos de los cuales permanecen impunes, ha despojado de la seguridad y la tranquilidad al populoso sector de Cristo Rey.

Los moradores han optado por tomar sus propias previsiones para resguardarse de una delincuencia que la Policía no ha podido sofocar o por lo menos reducir.

Los residentes ven la drogadicción como uno de los catalizadores de esa violencia que ha cobrado varias vidas e impuesto el miedo en el sector.

La muerte de la señora Juana González, de 77 años, se ha convertido en un toque de atención sobre la criminalidad en la zona.

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Además de bondadosa, tranquila y servicial la señora era la bisabuela de la niña Kylie Naomi Rosa Alcántara, de 9 años, baleada cuando transitaba en un vehículo conducido por su madre por la avenida Máximo Gómez con Avenida de los Mártires.

Aunque los responsables de los sucesos hayan sido capturados es obvio que se tiene que hacer más hincapié en la prevención y la seguridad.

La gente no puede permanecer encerrada por temor a un asalto. Se entiende que la Policía tiene que hacer más para garantizar a Cristo Rey la tranquilidad y seguridad que necesita para realizar sus actividades comerciales y productivas.

El sector no puede ser sinónimo de territorio apache por la zozobra en que viven sus moradores a causa de la criminalidad y la delincuencia. Que no se espere otro crimen conmovedor para efectuar el operativo de seguridad que se requiere.