Editorial Opinión

El agua es vida

El agua es vida

República Dominicana afronta una severa sequía que podría prolongarse durante meses, agravada por el fenómeno climático el Niño que hace disminuir las lluvias en América Latina y el Caribe, por lo que ya escasea el agua para consumo potable, irrigación agrícola y generación de energía eléctrica.

La mayoría de las juntas de regantes ha comunicado a que no dispone de suficiente agua para suplir nuevos cultivos ni proveer alimento al ganado, por lo que ha advertido que la suerte de nuevas siembras correría por cuenta de los productores.

Aun en tiempos normales, el agua es un bien preciado que no debería ser objeto de dispendio en la ciudad ni en el campo, pero ahora la declaratoria de sequía estacionaria coloca a la producción agropecuaria en riesgo de catástrofe y disminuye drásticamente el suministro del líquido a los asentamientos urbanos.

Para entender la gravedad de la situación se pone de ejemplo que la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) informó que la sequía ha provocado una baja en la producción de agua, de 442 millones de galones diarios a 369 millones. Una situación similar se padece en todos los sistemas de acueductos.

El Ministerio de Agricultura y el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), aplican un programa de emergencia para disminuir los daños en el campo causados por la escasez de lluvias, para lo cual se distribuirán unas 70 mil pacas para ganado y se distribuirán máquinas perforadoras para extraer agua del subsuelo.

La población debe saber que han disminuido los caudales de casi todas las cuencas pluviales y que los embalses de las presas apenas tienen una tercera parte de su capacidad de almacenamiento del líquido y que por tanto no hay forma de satisfacer la demanda de agua para consumo humano ni para riego.

Se requiere que la ciudadania asuma plena conciencia sobre la difícil situación y proceda a ahorrar agua para lo cual es necesario colocar en receso cualquier actividad no prioritaria que requiera uso imprudente de un bien que escasea en todas partes.

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A las autoridades corresponde promover una campana sobre la necesidad de ahorrar agua, pero también prohibir o limitar su uso en lavado de vehículos, riego de jardines, o cualquier otra forma que suponga dispendio. Hoy es menester reiterar la expresión aquella de que “el agua es vida, no la desperdicie”.

El Nacional

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