El liderazgo político, económico, social, académico y religioso logró concertar desde hace años una Estrategia Nacional de Desarrollo y la creación por ley de un escenario dialogante para consensuar la ejecución de políticas públicas vinculadas con esa agenda, pero los resultados han sido irrelevantes.
La conmemoración ayer del Día Mundial del Agua permite reflexionar sobre la tragedia que significa que la clase dirigente incumpla con trascendentes acuerdos o pactos, algunos con ribetes internacionales como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para combatir la pobreza, que tuvo plazo de cumplimiento para 2015.
Se estima que sobre el territorio nacional caen más de 25 mil millones de metros cúbicos de agua de lluvia, lo que garantizaría las necesidades de la población, pero se requiere afrontar problemas en la distribución, almacenamiento, conservación y ahorro del líquido.
El país posee 36 presas, la mitad es definida como grandes reservorios, que lo sitúa como el de mayor número de esas instalaciones hídricas en Centroamérica y el Caribe, cuya producción se distribuye a través de un entramado nacional de canales de riesgo a cargo de juntas de regantes dirigidas por propios productores.
Las clases política y empresarial no han logrado concertar un plan nacional de conservación de fuentes hídricas, ni de apartar recursos en el Presupuesto Nacional para la construcción de nuevas presas o el saneamiento de otras afectadas por sedimentación.
No existe ningún programa de reforestación que fije un porcentaje anual de ampliación de la cubierta boscosa, especialmente en las cuencas altas de la geografía nacional donde nacen los principales caudales, todos los cuales recorren muy cortas distancias ante de perderse en el mar.
Los ríos son depredados y degradados por la extracción incontrolada de materiales en sus cauces, sin que el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Nacionales ejecute algún plan de contención con la derivación de recolección de agregados de construcción hacia minas secas.
El cambio climático global también afecta a República Dominicana, por lo que se requiere con urgencia concertar un acuerdo nacional de preservación de las fuentes hídricas, aprovechamiento óptimo de las presas para el suministro de agua potable, de riego y generación de electricidad, lo que debería acompañarse con un efectivo programa de construcción de acueductos. El agua es vida.