El Diccionario de la lengua española es la guía fundamental para el buen uso de nuestro idioma, sobre todo desde el punto de vista semántico, que se ocupa del significado de las palabras. Los lexicógrafos elaboran diccionarios a partir de lo que habla la gente y lo que escriben los escritores.
Como es tan extensa la geografía de los hablantes del español, no siempre hay correspondencia respecto de algún vocablo, entre el valor semántico que le atribuye el catálogo oficial y el uso que le dan los naturales de determinada región. Por ejemplo, la voz /plebe/ y su derivada /plebería/ no aparecen en el repertorio lexicográfico con el significado que se le asigna en el habla dominicana.
Para los dominicanos, /plebe/ es un adjetivo, y por tanto se usa para calificar personas o comportamientos: Es el hombre más plebe que yo conozca; Se casó con una mujer plebísima; A mí no me gusta la gente tan plebe, no.
El Diccionario del español dominicano (1ª edición,2013) dice acerca de la voz plebe, lo siguiente: “Referido a persona, ordinaria, grosera”. Cita un ejemplo tomado del libro Iris y otros malditos cuentos, de Kanny Antigua: “Compartía apartamento con la dominicana más plebe y boca sucia que vivía en San Juan”.
En cambio, el diccionario académico registra el vocablo /plebe/ de conformidad con su uso original en la antigua Roma y la marca de clase social. Y la define así: “f. Clase social más baja.f. En la antigua Roma, clase social que carecía de los privilegios de los patricios.f. En el pasado, clase social común, fuera de los nobles, eclesiásticos y militares”. Como puede verse, cada explicación está precedida de la letra efe, que significa femenina: La plebe. La publicación incluye los sinónimos: pueblo, vulgo, gente, masa, populacho, chusma.
En cuanto a /plebería/, debo decir que no aparece en el Diccionario de la lengua española, pero sí en el publicado por la Academia Dominicana de la Lengua. Dice: Ordinariez, grosería. Es decir, comportamiento propio de gente plebe. Agrega un ejemplo, tomado del libro La vida es otra cosa, de Jeannette Miller: “Ayer habían tenido el descaro de apearse frente a la galería y armar un bonche voceando pleberías y describiendo el acto sexual”.
Es obvio que es un dominicanismo y funcionar como sustantivo, derivado de una voz existente en la lengua castellana y empleada con una variación en el habla dominicana. Hasta el punto de que en el pasado, un artista nuestro (Tirso Guerrero) adoptó como sobrenombre El Negro Plebe.
Rechín
Una voz muy propia de los dominicanos es /rechín/. Todos entendemos que se trata de un líquido volátil que emana de la cáscara de naranja y otros cítricos. Es poco visible, pero castiga a los ojos si llegara hasta ellos. El Diccionario oficial no ha incorporado esta palabra, pero el del español dominicano no podía más que reivindicarla.
He aquí la definición: “líquido ácido que despide la corteza de los cítricos.2. Regusto amargo. La obra presenta un ejemplo que escribiera Enriquillo Sánchez en su obra Musiquito: “Ni donde se sirviera al amanecer un sancocho de chivo con cerveza ceniza ni donde por supuesto se divisaran el espectro y el rechín traicionero del mal de amores”.
Otra acepción que se relaciona con olor. La publicación académica dominicana dice al respecto lo siguiente: “Olor fuerte procedente del sudor de las axilas”. En este caso, la ilustración es aportada por Emelda Ramos, en su libro De oro, botijas y amor: “Se metió con un vendedor de friofrío que le acariciaba con manos frescas y olorosas a sirop dementa mientras que las mías, ásperas, callosas, solo pueden olerle al rechín del sudor”.