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El voto de Abinader

El voto de Abinader

Danilo Cruz Pichardo

La percepción mayoritaria de la gente es que Luis Abinader gana las elecciones presidenciales, indistintamente del alto costo de los productos de la canasta y de la inseguridad ciudadana. Y es una creencia que se desprende de la divulgación de encuestas, algunas de las cuales gozan de crédito internacional.

No se puede obviar, sin embargo, que ciertas firmas no han acertado en comicios celebrados en países democráticos del mundo, inclusive de nuestra región, razón por la cual no se puede dar como inminente la continuidad del actual inquilino del Palacio Nacional.

Buck Canel, narrador de béisbol, decía: “No se vayan, que esto se pone bueno”. Quizás la cosa no se observa tan halagadora para la oposición, por la situación de división que atraviesa, exponiéndose tanto  los morados como los  verdes a un nocaut en el primer asalto.

Lógico: sus respectivos líderes se encargan de inyectar motivación y hasta expectativas de triunfo, el cual se incrementa con las denominadas caravanas, pues cuando se moviliza a diez mil personas caminando, entre carros, motocicletas, guaguas, patanas con potentes equipos de sonido, da la sensación de una concurrencia de cien mil.

Algunos tienen como medida, respecto a los resultados de mayo, lo que ocurra en febrero en las elecciones municipales, las cuales necesariamente no significan un preludio favorable o desfavorable a uno u otro partido, porque influye mucho el liderazgo local, aunque sí revelarían indicadores importantes para el diseño de estrategia con miras al certamen nacional.

Los resultados de las municipales podrían arrojar datos tan o más importantes que los ofrecidos por las propias investigaciones de opinión, porque se trata de votos reales y no fotografía de un momento como son las encuestas.

Esas fotografías momentáneas ofrecen espacio al incremento del margen de error, producto de respuestas no sinceras de entrevistados, en un país donde los empleados públicos y las personas que reciben asistencias del Estado actúan con extrema suspicacia cuando les tocan aspectos políticos.

Ese es un aspecto a tomar en cuenta. Otro aspecto es que Luis Abinader carece de un voto duro. Los supuestos reeleccionistas no tienen convicciones ideológicas y éticas. ¿Quiénes apoyan a Luis? ¿La oligarquía? Pero el empresariado no es confiable para nadie, porque está con Luis, pero no deja de estar, simultáneamente, con Leonel. Y los celos de Luis lo llevaron a entregar el sector eléctrico completo a una poderosa familia a través de Celso Marranzini, presidente de Punta Catalina y jefe de las distribuidoras, hombre que al mismo tiempo es empresario generador de energía.

Luis Abinader no tiene un voto confiable, además, en los nuevos militantes, la mayoría proveniente del PLD, alcaldes y exalcaldes acostumbrados, juntos a sus seguidores, a vivir del presupuesto de la nación, como en efecto han hecho siempre las denominadas bocinas de la comunicación.

El presidente no puede contar siquiera con la mayoría de ministros, porque son independientes y ninguno está en capacidad de sumar mil votos.

Tampoco suman nada los antiguos miembros de Marcha Verde, hoy enquistados en puestos estatales, porque el crédito público se deterioró. El presidente podría contar con la franja que viene del PRD, sobre todo de aquellos que lograron colocaciones, pero no olviden que entre esos mismos hay dolor por la forma despótica en que se ha manejado al PRM. Para colmo: se designa a Paliza como jefe de campaña, pese a ser un sujeto repugnante no solo en el PRM sino en toda la población.