Recientemente dos expresidentes han cuestionado los resultados de las firmas encuestadoras que revelan entre sus hallazgos las evidencias de una sola vuelta en los próximos comicios. Van más lejos, procuran desconocer la realidad con declaraciones tendentes a colocar en tela de juicio la veracidad de las mediciones científicas, tratando de esa triste manera de oxigenar a su militancia con la promesa de una victoria (improbable) en una segunda vuelta electoral.

Culpan a las encuestas de ser herramientas al servicio del gobierno y reniegan de las simulaciones electorales puestas en práctica en ejercicio democrático a una población votante que libremente expresa sus intenciones y actitudes. Los políticos viejos en la nueva política están destinados al fracaso y al más cruel olvido.

Aquellos que satanizan y creen que las encuestas hacen la realidad, pierden el norte, pierden el rumbo y pierden las elecciones. Las encuestas no hacen la realidad, solo la miden.

Cuando en marzo RCC Media publicó los resultados de Gallup y entre sus hallazgos figura la inseguridad ciudadana como el problema más sentido de la población, no significa que el problema existe por la firma que cuantificó las opiniones.

Mark Penn/Stagwell al dar a conocer que un 55% entiende que el país va por camino equivocado en mayo de 2023, no significa para nada que la firma es la responsable de esa percepción; solo recogió y tabuló las informaciones para obtener la estadística.

Cuando El Centro Económico del Cibao, ACD Media, ABC, Gallup, Cid Latinoamericana y otras tantas difunden en diferentes medios de comunicación los resultados de sus mediciones, solo se hacen eco de los millones de personas que expresan su intención de votar por Luis Abinader el 19 de mayo; tantas lo dicen que al cuantificarse los datos sobrepasan el 63%.

La negación de los resultados de las encuestas es como negar las cifras de los análisis de laboratorio, siendo que el paciente se encamina a una muerte segura mientras culpa a otro de sufrir su patología. Las encuestas no hacen la realidad, solo la miden.