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Entre el cielo y tierra

Entre el cielo y tierra

Mary Leisy Hernandez

Cuando nace un niño

En Cabo Verde, país africano donde vivo, cuando un niño nace se hace una gran fiesta el séptimo día. Es todo un ritual lleno de música, comidas, bebidas… Se deja la puerta abierta para que todo el que quiera vaya a la casa del recién nacido y a media noche,  entran a la habitación a cantarle una canción tradicional para ahuyentar los malos espíritus.

Me dicen amigos que van a muchas de esas fiestas, que en medio de la algarabía  los pequeños siempre siguen dormidos. Ni el gentío ni el movimiento lo despierta. Igual pasó el día que asistí a una de estas celebraciones de guitarras, compartir y alegría.

Cuando mi niña nació, también hubo en casa una especie de fiesta, de esto hace poco menos de 26 años. Más bien hubo muchas sin prever ni programar. Al centro médico donde nació fue mucha gente que entraba y salía para conocer a mi hija prematura y bajo peso. La entrada era sin restricciones. De mi pueblo vinieron todos los cercanos. Hoy las fotos lo testifican y me alegran al recordar.

Pese a que estuvo en incubadora y nació en condiciones un tanto especiales, creció sana y fuerte mi chiquita. No la enfermó ninguno de los acercamiento que a tan poco de nacer tuvo. La cargaron tíos, primos, amigos… y de brazo en brazo estuvo aquel día que se llenó la casa y se hizo una hora santa para agradecer.

Hoy cambió mucho todo y nada tiene que ver con pandemia. Desde muchos años antes los médicos recomiendan que se aísle el bebé para evitar que lo contaminen. Los primeros meses son muchas las restricciones y cada vez parecen ser más. Para mi una dicha no haber nacido ni parido en estos tiempos.

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