Mal vendría ahora un debate para buscar culpables por el colapso de una pared del paso a desnivel de la avenida 27 de Febrero con Máximo Gómez, a causa de lo cual murieron nueve personas aplastadas dentro de sus vehículos.

Si bien desde la construcción de la obra hace 24 años se habían advertido las fallas estructurales este momento de tanto dolor y sufrimiento no es el adecuado para juzgar el pasado ni el presente.

Lo que se impone es resolver cuanto antes, con la más absoluta garantía técnica, los vicios que a causa de los torrenciales aguaceros provocaron el desprendimiento de la pared. La ciudad necesita superar el dolor y recuperar la normalidad de sus actividades.

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Lo ocurrido el sábado no es más que otra dolorosa experiencia para que se tome en cuenta. Es posible que el sábado lo que más fallara fueran las precauciones. Las autoridades por no tomar medidas más estrictas ante la magnitud de los aguaceros y la ciudadanía por hacer caso omiso a las advertencias.

Aunque sea una gran verdad que la fragilidad de las construcciones públicas constituyan una amenaza latente para la seguridad ciudadana.