Con las interrupciones de la docencia la politizada Asociación Dominicana de Profesores (ADP) no solo afecta un sistema de enseñanza de por sí precario, sino el bolsillo de la familia.
Y de mala manera, de acuerdo con las estadísticas del presidente de la Federación de Asociaciones de Padres y Amigos de la Escuela, Jaime Tolentino.
Los paros que convoca la ADP por cualquier motivo, en ocasiones que ni siquiera tienen que ver en el magisterio, han agravado el drama del aprendizaje, pero también la inversión que hacen los padres y tutores para educar a sus hijos.
Tolentino señaló que en 2024 los paros promovidos por la ADP afectaron a más de 1,4 millones de estudiantes, con todas las consecuencias que caben suponer.
Pero si la ADP abusa de su capacidad, las autoridades de Educación han demostrado que carecen de preparación o interés para enfrentar al gremio.
La opinión pública siempre ha cuestionado las huelgas docentes, pero Educación, en lugar de judicializar las interrupciones, se ha limitado más bien a condenarlas.
Los maestros que abandonan las aulas, en lugar de impartir docencia, deben recibir su lección.