Se define como grave, muy grave, la amenaza de muerte contra el ministro de Educación, Ángel Hernández, lo que motivó que el funcionario informara sobre esa intimidación al Departamento Nacional de Investigaciones, a los fines de identificar al que la profirió.
El funcionario atribuye ese tipo de presión a su determinación de “hacer una investigación seria de lo que ha pasado en el Minerd”, para lo cual contrató a un grupo de abogados que tienen a su cargo revisar todos los procesos de licitaciones, porque “hay muchas cosas que investigar”.
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Las autoridades deberían tomar muy en serio la denuncia que ha hecho el ministro Hernández de que recibió un mensaje que advierte que “al chino hay que darle un tiro”, porque sin proponérselo, el funcionario, que lleva tres meses en el cargo, podría afectar sectores muy influyentes que han tenido en el Ministerio de Educación una muy provechosa madriguera.
Afirmar que “en el ministerio hay muchos problemas, hay muchos contratos que son indebidos, que se han hecho muchas cosas”, puede traer consigo el tipo de amenaza recibida por el ministro.
Son tantos los problemas administrativos que ha confrontado el nuevo titular de Educación, que no sobra tiempo para atender temas relacionados con la calidad educativa.
La sociedad debería alentar al ministro Hernández para que continúe en su labor de profilaxis en la telaraña de intereses que ahoga al Ministerio de Educación.