Haití muere aceleradamente por las bandas asesinas, el hambre extrema, la miseria, la inseguridad, la irresponsabilidad política y empresarial, además del desdén de esa comunidad indolente y calculadora que bien se lucró de este Estado fallido.

No hay posibilidad de una solución pacífica, los líderes, partidos, empresarios y sociedad civil, en su desmedida ambición y afán de protagonismo olvidaron el interés nacional y cerraron toda posibilidad a una transición ordenada, propiciando que se llegara a un punto de implosión, sin retroceso.

La situación solo podría revertirla una fuerza multinacional de apoyo a la policía y un acuerdo amplio y políticamente sincero, si fuere posible, entre todo el liderazgo haitiano junto al apoyo económico de los organismos internacionales.

Está clavado en la mente y corazón de cada dominicano que no puede existir una solución dominicana a la crisis haitiana, lo ha reiterado el Presidente pero además, este pueblo jamás lo permitiría so pena de cobrársela cara a quien osare intentarlo.

La ONU y potencias internacionales no cejan en su intento por endosarnos la crisis haitiana, como si el fardo que cargamos no fuese lo suficientemente pesado. El más reciente y ponzoñoso ardid de la ONU es crear campos de refugiados en el país mediante el burdo engaño del corredor humanitario exigiéndonos, además, frenar las deportaciones de ilegales, mientras siguen entrando en trulla por la frontera.

No hay marcha atrás, la Dirección de Migración debe aplicar la ley Migratoria sin miramientos ni temores pero sin arbitrariedades ni macuteos. El Canciller y todo el gobierno que enfrenten con vigor patriótico las presiones que nos agobian.

El Ministro de las FFAA que defienda esa frontera con uña y diente y rompa el círculo maldito de la corrupción. Y queda sobre los hombros del Presidente preservar incólume la soberanía. Un paso en falso y el país se encendería como una pavesa.

Por: Hector Perez Tovar
ptovar2002@yahoo.es