República Dominicana escaló seis posiciones en el Índice Global de Paz para situarse en el puesto 79 entre 163 países evaluados y en el tercero más pacífico de Centroamérica y el Caribe, lo que se refleja en el incremento de la inversión extranjera directa, cuyo monto anual supera a Panamá, Costa Rica y Nicaragua.
Dominio de Seguridad y Protección fue el único indicador que mejoró a nivel mundial, con generalizado deterioro de conflictos y militarización, en tanto que en el caso dominicano disminuyeron la percepción de criminalidad y el impacto de manifestaciones violentas, lo que ayuda a fortalecer el índice de gobernanza.
Es importante subrayar que la colocación del país en ese índice global como el quinto más pacífico del continente, por encima incluso de Estados Unidos, es un indicador de que la institucionalidad democrática, aun con sus falencias y retos de consolidación, rinde sus frutos en términos de convivencia pacífica.
Otro reflejo de ese posicionamiento entre los países más pacíficos de América Latina, ha sido el constante crecimiento del turismo que coloca a República Dominicana como el segundo destino turístico, con más de diez millones de visitantes extranjeros al año, solo superado por México.
Con esas estadísticas sobre consolidación de la paz y gobernanza, rueda por el suelo el añejo discurso de que “la tranquilidad deriva de tranca”, de que “aquí se vivía mejor cuando Trujillo” y de que no es posible concebir desarrollo o crecimiento, si no es con mano de hierro.
Es claro que falta un largo trecho para alcanzar el anhelo colectivo de una sociedad donde impere justicia y equidad, con predominio de la ley, que se respeten las instituciones y se promueva justa distribución del ingreso, pero a ese escenario se llega por sendero de la democracia y no por veredas de dictadura.
Se aconseja rechazar espurias comparaciones que falsamente promueven a regímenes de fuerza de derecha o de izquierda como ejemplos de garantía de seguridad, orden y progreso, que sería para los ciudadanos como orinar sangre en vasija de oro.