Editorial

La triste historia

La triste historia

Las empresas de generación eléctrica han advertido que no podrán garantizar el suministro de electricidad a menos que el Gobierno pague lo antes posible una deuda de US$1,013 millones, equivalente a más de 45 mil millones de pesos. Es el drama de cada fin de año, cuando esos acreedores aprietan el pie sobre el cuello de la economía.

En buen lenguaje, la Asociación de la Industria Eléctrica (Adie) amenaza con apagar el país este diciembre si no reciben en estos días todo el dinero correspondiente de acreencia acumulada, bajo el argumento de que se agota su capacidad para comprar combustible.

Aunque está obligado a pagar, ese tipo de presión luce excesiva e irracional porque las empresas generadoras saben que el Gobierno busca recabar por todas partes la mayor cantidad de dólares posibles para abonar a esa cuenta inagotable.

La Corporación de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) debería aclarar la grave denuncia formulada por Marco Cochón, presidente de la Adie, de que las empresas distribuidoras de electricidad redujeron sus aportes al pago de deudas con las generadoras de un 85% a solo un 15 por ciento.

Cochón ha dicho que en 2014, las empresas generadoras han facturado a las distribuidoras US$1,500 millones, y solo han recibido el pago de US$1,140 millones, lo que indica que los más de mil millones de dólares que reclama la Adie corresponden a viejas deudas acumuladas.

Si es así, debería resaltarse que el Gobierno paga cuantiosos intereses por el retraso en el pago de esas acreencias, que en la práctica se convierten en una inversión con mayor rentabilidad que depositarla en bancos nacionales o extranjeros.

Es claro que el Gobierno no podría recolectar en diciembre más de mil millones de dólares para transferirlo a las empresas generadoras, a menos que se ejerza un tipo de presión sobre el mercado cambiario que se refleje en serios problemas de carácter monetario e inflacionario, por lo que resulta exagerado y temerario amenazar con apagar el país a menos que se libere la totalidad de esa deuda.

Cada diciembre entre las autoridades se arma el corre-corre en procura de conseguir centenares de millones de dólares para amortizar una deuda innominada y evitar que la República reciba a oscuras el 2015. Es la triste y repetible historia de Navidad.

 

El Nacional

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