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Mantenerse vigilantes, para poder asegurar la nación

Mantenerse vigilantes, para poder asegurar la nación

Pretendía continuar exponiendo algunas incongruencias en medio de las cuales hacemos vida, como aquella a la que han llegado algunos llamados Youtubers o Influencers, que por el simple hecho de que muchos o pocos los vean, los hace considerarse como “líderes”, sin percatarse, de que en realidad son simples hacedores de shows mediáticos, o creadores de imágenes huecas, cuya permanencia en el ambiente, es menor que la vida de una mosca, total, que poco o nada dejan de beneficioso para el desarrollo de la sociedad.

Pero, desgraciadamente, ahora todo tiende a cambiar, sin que esto signifique un mayor esfuerzo que no sea el de las palabras vacías y la levedad de los contenidos, aún y solo sean de imagen, tal y como ocurrió con la Amet -por decir algo-, carcomida ya por el cáncer de la ineficiencia, corrupción y tozudez en la repetición de los errores, que cambió de “imagen” y nombre por el de Digesett, acto este que solo fue como cambiarse de ropa, pero, sin bañarse. Y es que en todo se juega a la percepción, en tanto, el interés principal se presenta difuso y difícil de ver, como lo que ocurre desde otros poderosos lares, desde donde nos han vuelto a lanzar sus frisbees, como una escaramuza para tantear el terreno nueva vez, sobre el mismo asunto, es decir, el gran problema de Haití.

Y la cosa fue que, cuenta se dieron en aquella ocasión, cuando ese fracasado Estado se encontraba convulsionado por lo que ha sido una constante desde su creación, es decir el caos, que en ese momento no era prudente continuar con sus malsanas intenciones de crear campos de refugiados en la frontera y todo debido a la gran oposición de quien en ese momento gobernaba, pero, nunca han dejado de lado su endemoniado propósito inicial.

Haití es la piedra en el zapato de la geopolítica en Latinoamérica, principalmente, y desde hace bastante tiempo, determinados poderosos países, con responsabilidad histórica sobre el destino de ese conglomerado de tribus, solo han visto una solución para ese problema, ya que, en varias oportunidades, han fracasado estruendosamente en sus intentos de organizar a esos habitantes del Oeste de la isla, y, esa solución lleva un solo y sonoro nombre… ¡Los dominicanos!

Cual, si fuese una película, -para bien o para mal-, hemos sido testigos del tipo de situación en la que estamos viviendo políticamente y que encierra de manera preponderante el problema haitiano.

Estos países, no cesan en sus propósitos, siendo reiterativos en presentar sus propuestas por diferentes medios y formas, siendo aquella vez la presión para la creación de centros de concentración de refugiados haitianos en o cerca de frontera para lo cual la ofensiva diplomática fue brutal y desconocida para la gran mayoría del pueblo, y, hoy, lo lamentable es que protagonistas políticos y altos militares, conocedores de estos hechos, permanecen mutis, viviendo encerrados en sus secretos, quizás cobardemente cuidando más sus intereses o su escaso valor para participar de una lucha donde es más lo que  no se ve que aquello que la mayoría puede ver.  

El que lo desee, que vaya ver  el trabajo de las ONG extranjeras, incentivando la proliferación de caseríos haitianos, a orillas de la misma frontera.

La realidad sobre lo que se persigue con la referida ley de  marras, ha sido más pulido, más endiabladamente adornado, con sentimientos y acciones que atraen a cualquiera pero, sin tomar en consideración que la realidad sobre la cual trata, solo se da en un caso, aun tomando toda la situación migratoria del mundo entero, son solo los dominicanos quienes sufrirán algo peor que el holocausto padecido por los Judíos.

Los políticos han sido los culpables de que esto haya llegado a estos extremos y se han hecho cómplices para ejecutar este plan maldito, cobarde, abusivo, ruin y mal intencionado, llevado a cabo desde el exterior, mientras, las FF.AA. parapetadas bajo un falso concepto de “no deliberantes”, por igual, se hacen cómplices y por demás, traidores a la Patria. No más, no menos. ¡Sí señor!

El Nacional

La Voz de Todos