No es como para fiarse, pero no deja de llamar la atención que el dictador ruso Vladimir Putin se ha tornado menos belicoso con relación al ingreso de Finlandia y Suecia a la OTAN.

Antes Putin advertía que la decisión de los países nórdicos, que siempre se han caracterizado por su neutralidad, traería consecuencias. Pero ahora el gobernante de Rusia dice que la decisión, aunque la considera un error, no tendría ningún problema siempre que no se desplacen instalaciones misilísticas en su frontera.

Todavía no se sabe si la OTAN protegerá a los nuevos miembros con los armamentos que objeta Putin. Pero la realidad es que los dos países no se dejaron intimidar por el poderío ni la bravuconería del mandatario ruso. El tono empleado es impropio de su discurso y de su carácter.

Algo lo ha hecho tornarse más flexible respecto a nuevos conflictos bélicos. Es posible que tras la amarga experiencia que ha tenido con la invasión a Ucrania, Putin decidiera modificar su estrategia. Además de no cantar victoria en los casi dos meses que lleva la guerra, Rusia sufre los rigores del bloqueo impuesto por occidente.