Con el asesinato en Elías Piña de la joven Snaider Dadu Poché, cuyo cadáver fue encontrado descuartizado, en un crimen que se atribuye a “una persona de confianza”, se acentúa el rebrote de criminalidad que agobia a la sociedad dominicana que resiste a acostumbrarse a cotidianas noticias sobre homicidios, asaltos, atracos, violaciones o crímenes por encargo.

La Policía acusa a Juan Félix Ubriz (Caputo), identificado como domínico-haitiano, como el autor del asesinato de la joven, quien llevaba un mes declarada desaparecida, hasta que su cadáver fue localizado en unos matorrales a donde el homicida llevó a las autoridades.

Caputo fue apresado en Santo Domingo y trasladado a Elías Piña donde era vecino de la familia de la víctima y definido como una persona de su “confianza”.

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La muerte de Snaider se produce cuando la sociedad aún no se repone del asesinato del folclorista Víctor Erarte, muerto en su residencia, en Santiago, donde habría sido previamente torturado por sus matadores.

Además del reclamo ciudadano para que Ministerio Público y Policía afronten la delincuencia y la criminalidad, se requiere que los jueces apliquen la ley penal contra los delincuentes de manera firme, rígida y aleccionadora, porque a esos magistrados corresponde enviar un prístino mensaje a la sociedad de que aplicará máxima sentencia en todos los casos de criminalidad y violencia delincuencial.