Tras la indignación internacional por la salvaje represión contra emigrantes haitianos en Texas, la administración del presidente Joe Biden ha tenido la nobleza de pedir disculpas a las autoridades y los nacionales de la vecina República.
El embajador Michele Sison y los enviados Juan González y Brian Nichols participaron en una rueda de prensa en Puerto Príncipe para expresar las disculpas de su Gobierno por las crueldades contra los desesperados migrantes que penetraron a territorio estadounidense a través de la frontera con Texas, con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida.
Por las acciones inhumanas el enviado Daniel Foote dejó el cargo. Pero la verdad es que el mensaje tendría más significado si Estados Unidos reconsidera la deportación de los miles de haitianos siquiera por las dificilísimas condiciones en que está la vecina nación después del terremoto, la pandemia sanitaria y las inundaciones de hace unos días.
Bien por la disculpa, pero Washington, que tiene que ser más flexible, sabe que Haití también necesita cooperación. Con los emigrantes una nación tan poderosa, que anualmente sortea visas de trabajo, ha debido ser más tolerante.
Es desconcertante que en lugar de un mensaje de aliento los enviados de Biden advirtieran a los haitianos que no traten de ingresar ilegal a Estados Unidos porque serían deportados. Parece que también era parte de su interés, para de esa manera también disuadir a otros emigrantes.
