convergencia Opinión

Recolector de café

Recolector de café

Efraim Castillo

A Nicolás Brito lo conocí en el decenio de los 70. Me lo presentó Ramón Oviedo con una frase de elogio: «Efraim, te presento a Nicolás Brito, un verdadero dibujante».

Años después, cuando Brito me ilustró varias campañas publicitarias, comprobé la veracidad de aquella frase de elogio expresada por Oviedo y me hice una pregunta: ¿por qué Brito, con ese extraordinario talento, no explora otros lenguajes estéticos?

Mi pregunta estaba vinculada a la evolución experimentada por el propio Ramón Oviedo, que desde el diseño artístico publicitario incursionó exitosamente en la plástica -al igual que Luis Miguel Gerardino-, lo cual ha sido una constante histórica desde que la publicidad se introdujo exitosamente en la sociedad industrial a partir de los finales del siglo XIX, cuando Toulouse-Lautrec revolucionó la afichística y René Magritte inyectó la publicidad visual con elementos surrealistas en el tercer decenio del siglo pasado con la creación del «pop art», y Roy Lichtenstein y Andy Warhol lo fortalecieron en las décadas 50 y 60.

Brito comenzó a mediados de los ochenta su incursión en la plástica, trabajando sobre lienzos temáticas que le surgían espontáneamente, pero sin estrategias definidas.

Es decir, en Brito comenzaban a ensamblarse las provocaciones que mueven a los productores miméticos a decir (a expresar estéticamente) las punciones, los aguijonazos que llevan al artista a realizar sus obras.

Hoy, Brito alterna su trabajo publicitario con realizaciones pictóricas desde New York, donde reside junto a su familia, y sus trabajos publicitarios lo han destacado en aquella urbe norteamericana como el más prominente productor de afiches y portadas para libros y envoltorios de producciones musicales.

Hace unos días, Brito me envió su última realización, un pedido de la agencia BRC (Bergés-Ramis-Cabrera, que maneja la publicidad de Industrias Banilejas, «Indubán»), para la ilustración de su calendario anual, que se ha caracterizado por presentar como imagen principal escenas del campo dominicano, siguiendo siempre la línea del arte genérico (genre art).

Para la ilustración del calendario «Indubán» correspondiente al año 2023, Brito recreó, posiblemente, la imagen fundamental concerniente a la industrialización de la más popular bebida del mundo (después del agua): el recolector de cerezas de café.

Trabajada sobre una tela de 42 por 36 pulgadas, la ilustración de Brito para el calendario anual de «Indubán» resalta la figura del recolector de café (el ser que hace posible y protagoniza la existencia de la industria) frente a un muro verde de cafetos; recostado éste de un fondo anaranjado que se difumina entre un sol huidizo, blanquecino.

Desde el muro de cafetos sobresalen sus cerezos, el recolector vistiendo una camisa cuyo color difuso compite con el fondo anaranjado, y un cesto lleno del fruto. Trabajado todo cuidadosamente con aerógrafo y pincel, los cuales son utilizados por Brito con gran maestría.

¡Bravo, Nicolás, has realizado una magnífica ilustración para el calendario anual de «Indubán»! ¡Ahora te invito a realizar una exposición de obras con ese otro lenguaje estético que dominas ampliamente y se separa de lo comercial!