Editorial

Útil, no fútil

Útil, no fútil

Ya es tiempo que cesen los fuegos artificiales o disparos de artillería en favor o contra el discurso pronunciado el miércoles por el presidente Luis Abinader en torno al desempeño de su primer año de gestión, porque sin importar la valoración sobre lo que hizo o dejó de hacer, se requiere volver la vista al futuro.

La alocución presidencial ofrece una guía para redirigir la dinámica del Gobierno hacia acciones que resulten del consenso político, económico y social que ha sugerido el mandatario al convocar al liderazgo partidario, empresarial, sindical y de la sociedad civil a participar en ejercicio dialogante.

De poco sirve prolongar un debate fútil sobre lo bueno o lo malo de esa comparecencia, porque cuatro días son más que suficientes para guirnaldas o acíbar. Esas humaredas mediáticas sustraen oxígeno social indispensable para la gobernanza.

El Presidente discriminó temas que causan preocupación en la ciudadanía, como inflación y endeudamiento, los cuales abordó someramente al decir que su gobierno invierte RD$400 millones diarios en subsidios y que la elevada deuda pública es imputable a gestiones anteriores.

Esos flagelos pueden encajar en el diálogo propuesto por el jefe de Estado para impulsar reformas en los ámbitos del sector eléctrico, policial, educativo, laboral, fiscal, seguridad social, hidrocarburos y transporte público, además de una reforma constitucional.

El segundo año de gobierno que formalmente se inicia este lunes sería la última oportunidad para que autoridades y liderazgo político promuevan un diálogo útil, exento de canibalismo electoral o corporativo, porque a partir de 2023 se inicia la instalación de las carpas para dar paso a los circos proselitistas.

República Dominicana y el mundo aún están bajo el influjo de una pandemia que no ha sido controlada en ninguna parte y que, por el contrario, crece el riesgo de que se expanda a través de nuevas variantes del coronavirus.

El Gobierno no debería solearse en su autoproclamado éxito, ni la oposición contagiarse de frenesí electoral, porque estos tiempos de crisis profunda y prolongada requieren de unidad en la diversidad promovida desde plataformas de racionalidad y responsabilidad. El otro camino conduce al despeñadero.

El Nacional

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