
El primer ministro haitiano Garry Conille con policías kenianos en Puerto Príncipe el 26 de junio del 2024. (Foto AP /Marckinson Pierre)
Con la llegada de los primeros 400 soldados kenianos a Haití, el Gobierno se ha colocado por primera vez a la ofensiva frente al desafío planteado por pandilleros como Jimmy Cherizier (Barbecue) para alcanzar la seguridad y la gobernabilidad.
Ante el diálogo solicitado por Barbecue para facilitar el proceso de pacificación, el primer ministro Garry Conille no se opuso, pero las condiciones que sugirió colocan a Barbecue en una disyuntiva.
Lo invitó a deponer las armas y reconocer la autoridad del Estado haitiano antes que cualquier otra disposición. Tras esas condiciones “veremos”, dijo, “qué podemos hacer”.
Conille afirmó que la población ya no puede tolerar las acciones de estos haitianos que han aumentado los ataques a instituciones y propiedades.
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Tras oponerse al despliegue de fuerzas extranjeras y advertir que las enfrentaría, el diálogo solicitado por el temible líder pandillero representa un cambio de actitud que no ha dejado de causar sorpresa.
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Parece que los pandilleros están o se consideran acorralados por las fuerzas del Gobierno. Antes del desembarco de los kenianos, la Policía haitiana había iniciado la persecución de Barbecue en su bastión de Delmas, Puerto Príncipe.