El dengue y la malaria son dos patologías endémicas de nuestro país que para estas fechas hacen picos, y se convierten en brotes, agudizados por las lluvias, el deterioro de los acueductos y la necesidad de conservar agua, y que al no hacerlo correctamente, se convierten en criaderos de mosquitos.
El pasado junio se dispararon los casos de malaria, con dos focos activos detectados en las provincias de Azua y San Juan.
El doctor Skewes, director de Epidemiología del Ministerio de Salud señaló que hasta el momento se contabilizan en el país 452 casos de la enfermedad. El doble de 2023, cuando se reportaron 260 casos.
Por otro lado, el 31 de marzo pasado, el ministro de Salud Pública presentó el Plan Nacional para Dengue: “Aseguró que el país cuenta con el mejor escenario para enfrentar el dengue, si se integra a todos los sectores con una visión común de trabajo y acciones de prevención coordinadas… y aseguramos que no va a faltar recursos para enfrentar cualquier situación”, resaltó.
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“Reconoció la importancia de integrar en las acciones preventivas a la comunidad, la sociedad civil, el sector privado, el Colegio Médico, y el sector académico”.
“No hay forma del Ministerio vencer solo el dengue, todos somos parte de una responsabilidad, si la comunidad no se integra por múltiples vías, a través de las escuelas, iglesias y el liderazgo comunitario para prevenir el dengue desde la atención, educación y las acciones de descacharrización en los diferentes sectores”.
Estamos de acuerdo. Lo básico es la prevención, y así lo hicimos entre 1997 y 1999, pero es trascendental apoyarse en la estrategia de la OPS de Escuelas Saludables, garantizar que éstas no sean focos de contaminación y que sus estudiantes, profesores, y todo el personal de las mismas, se conviertan en agentes multiplicadores para disminuir los contagios, los criaderos de mosquitos, y así garantizar “algo más que salud”.