Todavía pueda ser accidental el fuego que afectó la prisión haitiana de la que hace dos semanas pandilleros liberaron a miles de reclusos, es muy difícil de aceptarlo por la violencia y la férrea lucha de interés que sacuden a ese país.
En momentos tan tensos como los actuales el incendio no es más que otro contundente toque de atención a Estados Unidos y la comunidad internacional sobre la inseguridad y los riesgos que afrontan para sobrevivir los residentes en el territorio.
Aunque ahora mismo nada pueda verse como casual en la vecina nación es muy suspicaz que el siniestro coincida con el rechazo de los pandilleros y otros sectores a la creación de un consejo presidencial y otros acuerdos para buscar una salida a la crisis haitiana.
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E incluso con el llamado a la rebelión formulada por el exconvicto de narcotráfico Guy Philippe, quien, al igual que el pandillero Jimmy Cherizier (Barbacue), rechaza el despliegue de tropas internacionales para entrenar la Policía y combatir la violencia en el territorio.
No le quita gravedad al incendio que la prisión estaba prácticamente vacía después de la liberación de unos cuatro mil reclusos, la mayoría considerados peligrosos.
