Hay un desorden en la custodia de la vida ambiental de nuestro país, que lo predispone a los mayores peligros para la existencia misma de las generaciones de dominicanos del porvenir. Con cada gobierno que pasa se agudiza más porque llega menos gente con coraje y responsabilidad para defender los recursos naturales.
Faltan ministros auténticos que no actúen por complacencia y/o tolerancia política ni sobornos indecentes, para llevar a cabo las tareas de protección y sanción que tenemos que emprender para que se respete la ley que vela por su cuidado.
Se necesita de quien ejerce el poder energía y determinación, que comprenda que solo actuando con todo el rigor en el cumplimiento de las normas, se puede conciliar el hoy con el mañana; que posea la autoridad moral para exigir su respeto; que tenga el arrojo para aplicarla, con la visión de futuro y la competencia y eficacia necesarias.
Pero que vaya a luchar de verdad, que genere confianza por su honradez y disposición de servir a la nación, sin tener que manipular estadísticas ni informaciones para sacar provecho político personal o de su partido.
Es desalentador ver cómo se consumen nuestros ríos, arroyos, cañadas y drenajes naturales cargados de basura y aguas negras, por una tolerancia inexplicable de las autoridades nacionales que por décadas han permitido tales atropellos.
Asimismo todas nuestras “áreas protegidas” y “zonas vedadas” invadidas; las montañas saqueadas, vertidos tóxicos al mar y fuentes pluviales; vertederos improvisados, deterioro de parques nacionales; extinción de especies faunísticas y florísticas; suelos degradados y empobrecidos; pérdida de tierras fértiles por un “urbanismo” de alto lucro; pero más: las enormes dificultades que nos crea abrir las puertas a una migración haitiana desintegradora y letal empeñada en devastar el bosque dominicano como lo ha hecho en su país.
Y todo indica que no supone un desafío para el Gobierno interesado solo en aburrirnos con palabras. Solo nos salva el entusiasmo que tengan los ciudadanos para exigir medidas restrictivas.