De ninguna manera puede verse como una respuesta, pero el asalto a un picapollo en Santiago y el caso del hombre ejecutado en Navarrete son signos de que contra la criminalidad, por más que hayan bajado los homicidios, no se puede bajar la guardia.

Pero también de un tipo de criminalidad que combina el sicariato y la delincuencia común. En su balance sobre los homicidios el Gobierno ha atribuido la mayoría de los casos a conflictos sociales.

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Con el propósito de defender la política para resguardar la seguridad ciudadana, el ministro de la Presidencia, Joel Santos, resaltó que en lo que va de 2024 el 58% de las muertes no tienen que ver con actos delictivos, a los que dijo solo corresponde un 21.8%.

En la relación escapan algunas variables, toda vez que el Gobierno se limita a una relación cuantitativa. Y obviar la naturaleza de muchos casos tenebrosos.