No sé de quién es la culpa, si del presidente Luis Abinader, de la ministra y sus asesores, o de los redactores del discurso de rendición de cuentas, lo cierto es que, a mi juicio, fue la parte más débil, la que se trató sin mucho contenido, haciendo solo algunas menciones, para llenar un espacio, para que ningún ministerio se quedara fuera del texto. Por lo menos esa fue mi impresión. No sé qué pensarán los expertos ni los promotores del arte y la cultura, en sentido general.
El presidente se limitó a enunciar las obras que se están ejecutando, remodelando o remozando, pero no dijo para qué, con qué propósito o metas. Lo relativo a la política cultural quedó rezagada, como ha ocurrido siempre, en todos los gobiernos. La cultura es la cenicienta, donde no se invierte o se invierte poco.
“En materia cultural -dijo el presidente- hemos emprendido un ambicioso plan de rescate, restauración y conservación de diversas instalaciones, tales como: escuelas de arte, museos, salas de espectáculos y centros culturales. A la fecha hemos invertido un total de casi RD$53 millones de pesos en la intervención de 9 espacios culturales distribuidos en la provincia de Santo Domingo, San Pedro de Macorís y Santiago.
Además, se encuentran en proceso de ejecución un total de espacios culturales con una inversión de RD$560 millones de pesos en las provincias de Santo Domingo, Santiago, Puerto Plata, Elías Piña y La Altagracia.
Dentro de estos proyectos se destaca la Plaza de la Cultura, en la cual se están ejecutando proyectos con una inversión superior a los RD$76 millones de pesos enfocados en la rehabilitación y acondicionamiento de sus áreas verdes, iluminación, fuentes, creación de espacios de esparcimientos y de servicios como baños públicos, etc., etc.
Todo eso está muy bien. Es una muestra que los cinco gobiernos del PLD no hicieron nada o hicieron muy poco por la cultura, que dejaron abandonados los espacios culturales para que se deterioraran hasta el extremo que hoy sea necesario invertir en ellos cientos de millones de pesos para rescatarlos.
Ahora bien, ¿con qué propósito? Es mi queja fundamental. Fue obvio la ausencia de una política cultural oficial que oriente el trabajo del ministerio. Ojo, no culpo a Milagros Germán de las falencias del discurso, culpo al PRM que debió esbozar una política cultural coherente, nacional, participativa, no excluyente.
La cultura no puede seguir siendo -repito- la cenicienta de todos los gobiernos en materia de inversión presupuestaria. La Plaza de la Cultura con sus museos y sus áreas recreativas no sirven de nada si no están orientadas políticamente, ideológicamente. El arte y la cultura precisan de una orientación, de un plan, de una política que la guie.