Es más que vistosas estrellas de mar. Presta y dispuesta a ser conocida y explorada, esta isla adyacente a nuestras costas entre Bayahíbe y Punta Cana, guarda un rico tesoro natural en una extensión de 108 kilómetros cuadrados.
Es la mayor de la trilogía que completan Catalina y Beata, en el litoral sur de esta media isla. La Saona se mantiene virgen y desconocida para un gran número de nosotros. Con una flora y fauna dignas de ser apreciadas y disfrutadas, alberga tres lagunas que aportan diversidad y riqueza natural q este paraíso rodeado por todas partes de bellas playas de arenas blancas salpicadas de amables palmeras dispuestas a brindarnos sombras, asientos y, a veces, frescas aguas de coco.
Sus ofertas gastronómicas, abundantes en pescados y mariscos, hacen honor y justicia a la deliciosa y variada cocina criolla, en la que no faltan el multifacético sancocho, el magú, los tostones acompañados de quesos fritos o de hoja, frescos y saludables.
La fauna y flora son diversas y abundantes. Encuentras aquí gaviotas, aves playeras, palomas coronadas, loros verdes, iguanas. manatíes, delfines, tortugas verdes, tortugas bobas, tortugas carey y tortugas laúd. Una inmensa variedad de peces, incluyendo mariposa, ángel real con una gran variedad de peces tropicales. Las estrellas de mar han contribuido a situarla en el firmamento del turismo de alta gama en las categorías de aventura, salud y natural.
Los investigadores han encontrado 539 especies de flora endémica, algunas en vía de extinción, registradas en el Parque Nacional Cotubanamá, que incluye la Saona, entre ellas, ecosistemas como matorrales y bosques semi-húmedos. Llegas aquí, mayormente y con facilidad, vía marítima, desde Bayahibe y Punta Cana.
A propósito de lo atractivas y amigables que resultan las estrellas de mar, es oportuno recomendar a los visitantes a la Saona que se conformen con la dicha de observar esta bella especie marina, sin tocarla ni mucho menos sacarla del agua, en beneficio de su cuidado y preservación.