Ante los siniestros ataques que han dejado más de 15 mil muertos en la Franja de Gaza, en su mayoría niños, mujeres y civiles, es importante cualquier fórmula que contribuya a un alto al fuego en la región.

El Gobierno de Israel ha cedido al aceptar un alto al fuego durante cuatro días para intercambiar presos palestinos por secuestrados del grupo Hamás. Lo que tendrá que procurarse es que la opción sea definitiva para detener el baño de sangre que corre en la zona palestina.

Las devastaciones del gobierno israelí y el temor a una escalada más allá de Medio Oriente empujaron a Estados Unidos a acelerar sus gestiones frente al primer ministro Benjamín Netanyahu para que detenga los crímenes.

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Washington había propuesto que el grupo terrorista libere por lo menos a algunos de los 240 rehenes que capturó en su incursión del 7 de octubre a cambio de la excarcelación de presos palestinos.

La gestión encaminada por el asesor adjunto de Seguridad, Jonathan Finer, ha traído un ligero alivio. Se espera que las partes no demoren el proceso para que la asistencia humanitaria llegue a la franja cuanto antes y sin el menor contratiempo.

El panorama es tan dantesco que además de los 15 mil muertos confirmados, más de 6 mil palestinos de Gaza están desaparecidos bajo escombros o sus cadáveres tirados por la calle sin que nadie los reclame. Los bombardeos han sido indiscriminados, alcanzando desde hospitales, campos de refugiados, escuelas y centros de la Cruz Roja y otros organismos.