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Morir, morir, morir

Morir, morir, morir

José Antonio Torres

Ese es el dilema de la mayoría de la población de Haití, un Estado fallido donde bandas armadas, narcotraficantes y políticos corruptos se disputan el control del territorio de la parte oeste de la isla La Hispaniola.

Morir de un disparo de un bandolero, morir de desnutrición por falta de alimentos o morir de una enfermedad por falta de algún medicamento cuyo valor en el mercado internacional no supera un dólar.

Solamente en Cité Soleil, el barrio más peligroso de Puerto Príncipe, y bajo control de una de las pandillas, uno de cada 20 menores de edad está en peligro de muerte por desnutrición o por una bala perdida.

La situación es tal allí que solamente en el mes de agosto las pandillas asesinaron 471 personas, lo que solamente puede compararse con la guerra entre Rusia y Ucrania. Sólo este hecho debió llamar la atención de la comunidad internacional.

Según la última alerta de Unicef unas 3.000 personas han tenido que huir de sus hogares en Cité Soleil, entre ellas cientos de menores de edad no acompañados, y al menos 140 casas han sido destruidas o incendiadas, según datos confirmados por las Naciones Unidas.

Hubo que esperar que pasara todo esto para que el Consejo de Seguridad de la ONU pusiera su mirada hacia Haití y ayer decidió tomar medidas urgentes para responder a la grave oleada de violencia que las bandas armadas han desencadenado allí.

Estados Unidos y México, los dos países que lideran el “dossier haitiano” en el Consejo de Seguridad, dijeron estar preparando un borrador de resolución con ese fin, que prevén distribuir esta semana a los demás países miembros del Consejo.

“No podemos esperar a que ocurra algo peor. Es necesario que tanto el Consejo de Seguridad como la comunidad internacional tomen con urgencia medidas adicionales”, dijo el embajador mexicano, Juan Ramón de la Fuente.

Tanto el presidente Luis Abinader como el canciller Roberto Álvarez, llevan dos años reclamando en los foros internacionales poner los ojos sobre el problema de Haití, dado el temor de que esas acciones pudieran trasladarse a República Dominicana.

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Como país es suficiente con tener que soportar a casi un millón de haitianos indocumentados a los que hay que facilitar servicios de salud y alimentación. Recuerde que ningún haitiano ha muerto de hambre en el territorio dominicano.

EE. UU. denunció en la ONU que las pandillas están desestabilizando a Haití, y agrego yo: con sofisticados armamentos de fabricación estadounidense.