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¿Por qué se regala en Navidad?

¿Por qué se regala en Navidad?

¿Por qué regalamos en Navidad? ¿De dónde viene la costumbre de intercambiar obsequios en el fin de año?

Pero hay dos interrogantes previas: ¿Por qué regalamos? y ¿qué significa realmente hacer un regalo?

Regalar, analizada desde su subjetividad, es darse uno mismo. Es la expresión física, palpable y envuelta, de un afecto, un cariño o un amor (tres niveles diferentes).

Regalar implica definir la intención y la forma del regalo, buscarlo (sea comprándolo – lo más general- o confeccionándolo (un plato, una manualidad, una pieza de vestir), envolverla con esmero y llevarla a quien está destinado. Es un proceso de entrega y de amor. Regalamos en cada diciembre, probablemente, por tres razones:

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Es fin de año y todo lo que conlleva: Navidad, la “brisita” (veleidad del clima por el descenso de la temperatura y ahora capturado como elemento estratégico del mercadeo político), la decoración basada en los infaltables verde y rojo, la nieve falsa, los arbolitos, igualmente artificiales, pero inspiradores pero que están sustentados en una hermosa realidad originaria, el “SantiClo”.

Ese Santa Claus existió, pero no precisamente como lo conocemos hoy. Y regalaba, pero no como se ha establecido en su moderno mercadeo.

Era un monje real que nació en una familia muy rica en Turquía, alrededor del 280 a. C. que había heredado una fortuna de la cual se despojó, para darla a los pobres y viajó todo el tiempo (no solo en fin de año) por los campos atendiendo necesidades de los campesinos y menesterosos, ayudando a los pobres y enfermos, llegando a ser conocido como el protector de niños y marineros, a quienes, además de atender su hambre y necesidades primarias, les hacía pequeños regalos, refiere la tradición descrita por cronistas e historiadores.

navidad

En 1822, el ministro episcopal Clement Clarke Moore escribió un poema navideño titulado Relato de una visita de Santa Claus (‘AnAccountof a Visitfrom St. Nicholas’) en el que se representaba a Santa Claus como un hombre alegre que vuela de casa en casa en un trineo conducido por renos para entregar juguetes.

Posteriormente, en 1881, el caricaturista Thomas Nast se basó en este poema para crear la versión que conocemos de Santa Claus: un hombre vestido de rojo con una barba blanca, imagen que, con inteligencia y buen sentido de mercadeo, capta la más poderosa transnacional de los refrescos, y la establece en el sentir popular de las naciones occidentales.

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¿Pudiera ser ese el origen de la costumbre de regalar en Navidad? Si… pero no.

Otra versión es cristiana: cuando nace Cristo en Belén, y los Reyes Magos acudieron con mirra, incienso y oro, viajando desde Oriente, para saludar la llegada del salvador del mundo, supuestamente el 25 de diciembre.

Finalmente está la versión romana del nacimiento del regalo como expresión de afecto social, familiar y personal.

Los Romanos celebraban unas fiestas (que los cristianos llaman “paganas”): las Saturnalias, de celebración al Dios Saturno, del 17 al 24 de diciembre, los días angostos, los menos luminosos y los más cortos del año, y una de cuyas manifestaciones era que los campesinos se regalaban entre familias laureles e higos, en conmemoración del fin de cosecha del grano, la simiente ya está en los campos, protegida por esos días que eran más cortos y no se podría salir a sembrar por la nieve y el frío, lo que posibilitaba a las familias campesinas, incluidos los esclavos domésticos, tener tiempo para descansar y en consecuencia había tiempo para expresiones del afecto.

Se dice, concuerdan muchos historiadores, que los cristianos tomaron todos los elementos de las Saturnales para preservar y santificar esa celebración popular e hicieron coincidir el 25 de diciembre con el nacimiento del niño Jesús.
Para usted, ¿cuál versión le parece más cierta? Mientras tanto…. Regale