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Orlando Gomez

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Debo confesar que una de mis mayores inspiraciones detrás de la decisión de enfocar mis escritos semanales, los cuales llevo haciendo desde hace casi 18 años, a puramente propuestas, fue la obra de uno de los más importantes historiadores dominicanos, Antonio del Monte y Tejada.

En 1852 en su libro “Historia de Santo Domingo” este propuso la construcción de una “una estatua como el coloso de Rodas” en el cual debía establecerse “un faro” para que “los viajeros del viejo y el nuevo mundo al divisar la primera tierra desde el Océano (sic), puedan dirigir los ojos hacia aquella imagen venerable con gratitud y enternecimiento”, plantando con su idea lo que más de un siglo y medio después se convirtió en el Faro a Colón.

Aprovechando que justo la semana pasada el Faro a Colón cumplió 30 años desde su inauguración, y en agradecimiento a la inspiración que Antonio del Monte y Tejada me ha brindado en estos casi 2 años de artículos, aprovecho para proponer la destrucción del Faro a Colón para dar espacio a un gran proyecto habitacional, un espacio de zonas francas, o ambas cosas en el terreno que hoy ocupa ese monumento.

No tengo nada en contra de la idea original de Antonio del Monte y Tejada, pero el Faro a Colón que nos gastamos hoy ha demostrado ser un museo mediocre, un faro inexistente y un monumento al ridículo, haciéndole esencialmente un rotundo fracaso en todas las funciones que supuestamente está llamado a cumplir.

Las autoridades deben desprenderse de las falacias de los costos hundidos que pudieran estar justificando su magra existencia, aceptar las pérdidas y seguir hacia adelante empleando el terreno donde hoy se encuentra el Faro y darle un uso útil para todas las personas que viven en la zona, sea estableciendo una zona franca que pueda generar empleos y movilizar aún más la economía de Santo Domingo Este, haciendo un megaproyecto residencial que mejore la calidad de vida y viviendas en el espacio que hoy ocupa el monumento, o ambas cosas.

El Faro a Colón hoy dista muchísimo del sueño de Antonio del Monte y Tejada, más que ser una “imagen venerable” vista con “gratitud” y “enternecimiento” la zona tiene una reputación por ser un foco de delincuencia y por el descuido y la basura que allí abunda. El mismo no hace ningún aporte a la zona y mucho menos al país, y es un barril sin fondo pagado con dinero de los contribuyentes para evitar que este se termine desplomando por el peso de su propia inutilidad.

A pesar del Faro, la zona que este ocupa tiene un potencial interesante desde el punto de vista económico y social, pero para que este potencial sea explotable primero hay que quitar al Faro del medio.

Reitero que no tengo nada en contra de la idea de nuestro querido historiador, todo lo contrario, este ha sido amplia fuente de inspiración, y tampoco en contra de Cristóbal Colón entendiendo como injustas muchas de las críticas modernas al Almirante.

Pero entiendo que todos podemos aceptar que ya se hizo el monumento y ha sido un rotundo fracaso, y si no lo vamos a quitar por lo que costó, hagámoslo por los beneficios que esa zona nos puede dar si es empleada para otros fines.