Editorial

Símbolo patrio

Símbolo patrio

El patricio Juan Pablo Duarte y Díez, quien nació un día como hoy en 1813, es el símbolo de la independencia, el amor a la patria, la integridad, la nacionalidad, la solidaridad y el sacrificio, entre la amalgama de valores que adornaron su trayectoria hasta la hora de su muerte.

Era un ser excepcional, que no reparó en poner en juego su propia vida y la de sus familiares ni en desprenderse del patrimonio que con tanto esfuerzo habían alcanzado, en aras de una nación libre y soberana.

La historia dominicana no registra otro caso de tanta abnegación como el de ese patricio que hoy justamente se venera como padre de la patria, pero a quien tan mal se ha pagado en cuanto a la difusión de sus enseñanzas. Y peor todavía cuando se utiliza su memoria con el malsano propósito de ganar reconocimiento o buscar ascenso social. Con esas actitudes, alejadas de la lucha de un ser íntegro, se empaña la trayectoria de un hombre que lo dio todo sin pasar factura.

El hijo del comerciante Juan José Duarte y de la ama de casa Manuela Díez integra con Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella la trilogía de los padres de la patria. Fue el ideólogo de La Trinitaria, la sociedad secreta que encendió la chispa de la lucha contra los 22 años de ocupación haitiana y que culminó el 27 de febrero de 1844 con la proclamación de la independencia.

Cada 26 de enero hay que recordar a Duarte por su desvelo en la construcción de un Estado libre y soberano. Hay que recordarlo con ceremonias, ofrendas florales, charlas y comunicados, pero sin dejar de lado la necesidad de completar su obra. Ese hombre puro, que se ha bautizado como un Cristo, no solo fue víctima de persecución, teniendo que huir al exilio para salvar la vida, sino de calumnias. Nadie sufrió y aportó tanto a este país, al punto de morir en el extranjero (Venezuela) en las más precarias condiciones económicas, para que hoy se le vea como un desconocido.

“Nunca fue la muerte tan piadosa que cuando besó y puso paz en la frente atormentada de Juan Pablo Duarte” es una frase que sintetiza todo lo que sufrió el patricio para que se le recuerde por mero protocolo o se le utilice a conveniencia de intereses particulares o coyunturales. La actual etapa de la historia es propicia para desterrar las ambiciones y convertir la figura de Duarte en un paradigma del ejercicio del poder político.
Duarte es, como la bandera y el escudo, un símbolo patrio.

El Nacional

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