Tras el allanamiento a su complejo turístico Mar-a-Lago, en Florida, el expresidente Donald Trump aireó las malas acciones del FBI en sus investigaciones dentro y fuera del territorio.
Al mismo tiempo el exmandatario ratificó su desconfianza no solo en el FBI, sino en las instituciones en que se ha fundamentado el desarrollo de Estados Unidos.
Como si fuera un instrumento sin control, que actúa al margen de las leyes, Trump sugirió que el organismo pudo colocar pruebas para incriminarlo durante el allanamiento a su lujoso centro turístico. Y si lo insinúa es porque sabe que se trata de una práctica recurrente.
“El FBI y los otros agentes del gobierno federal no permitieron que nadie, ni siquiera mis abogados, se acercaran a las áreas que fueron registradas y examinadas”, escribió el exmandatario, quien es investigado por asuntos impositivos.
Trump, que también enfrenta el asalto al Capitolio para impedir la juramentación del presidente Joe Biden, denunció que los agentes les pidieron a todos que se fueran, porque “querían estar solos, sin testigos” que vieran lo que hacían, tomaban “o, lo que espero que no haya sucedido, colocaban pruebas”.
